422 cadáveres alojó la morgue de Bello Monte en el mes de mayo. Muchos de ellos niños y adolescentes.
La impunidad, la ausencia de estado de derecho, la politización de la justicia, la desprofesionalización de los tribunales, la corrupción, son elementos que le garantizan a los autores de delitos, que tienen la libertad asegurada hagan lo que hagan. Es terrible. Las bandas de delincuentes azotan hasta a los cuerpos policiales quienes rendidos ante su minusvalía en armamentos, observan como azotes y colectivos alzan las banderas de la militancia chavista como el salvoconducto para cometer crímenes.
Todos somos víctimas. Hasta la élite política que no se mueve con menos de una docena de escoltas, ha sufrido los embates del hampa.
Pero lo que está sucediendo con nuestros jóvenes no tiene nombre. Es como si la decisión del régimen fuera de manera planificada, aniquilar nuestro futuro. Como si a Maduro le doliera el coraje de los muchachos, como si a Diosdado le revolviera el estómago ver esos ojos brillantes, rebosantes de vida y orgullo venezolano, como si Arreaza se aterrorizara al entender que en el mundo hay tanta decencia.
Además, nuestros jóvenes estudiantes no sólo son una lección de vida para el chavismo, lo son también para la oposición. He sentido que en ocasiones alguna parte de le élite política pretende cerrar el paso ante lo inevitable: ellos serán los responsables del país que viene. Y lo más inteligente que podemos hacer es ayudarlos.
Nuestra juventud es indetenible. Y lo mejor, su fuerza va cargada de coraje, de decencia, voluntad, honestidad. Por supuesto, esa carga es altamente peligrosa para una manada de cobardes que se aferra con las uñas al poder aunque ya huelan a basura.
Por eso la represión, por eso las torturas, los procesos judiciales injustificables, insólitos, despreciables. Por eso tantas cosas. Pero por eso mismo, los responsables tendrán que responder por violaciones a los Derechos Humanos. De esa no escapan.