02 Feb
Cuando el miedo doblega a un dictador
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Puede ufanarse de mantenerse en el poder, de someter a un pueblo o de burlar la ley, pero no puede pisar suelo de un país democrático sin ser despreciado o peor aún, sin sentir pánico de ser apresado o de sufrir un atentado. Un nuevo intento de viaje, de recibir honores y caminar sobre la alfombra roja destinada a mandatarios electos en procesos limpios, se le ha frustrado a Nicolás Maduro. Esta vez lo ha vapuleado Argentina, obligándolo a suspender la anunciada asistencia a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, que se celebró en Buenos Aires.

Ocurrió mientras en Venezuela se recordaba con nuevas protestas “la miseria, el hambre y la corrupción”. También se evocó que el 23 de enero de 1958 fue derrocado un tirano. La fecha coincidió con la certificación precisada por la colega Maibort Petit de la vigencia de la orden de detención y recompensa de Homeland Security contra Nicolás Maduro.

La suspensión del viaje fue precedida de manifestaciones de venezolanos en Buenos Aires y otras ciudades argentinas y de la activa iniciativa de líderes de ese país, destacando entre ellos la jefe de Propuesta Republicana y precandidata presidencial, Patricia Bullrich, encargada de una presentación ante la DEA para instrumentar la detención de Maduro.

También el Foro Argentino por la Democracia en la Región, Fader, agitó las aguas que recordaron los crímenes de lesa humanidad que engrosan un expediente contra la élite de Miraflores, el cual está en manos de la Corte Penal Internacional.

Fader ha tenido a bien incorporar en su denuncia y desprecio, a los dictadores de Cuba y Nicaragua, Miguel Díaz Canel y Daniel Ortega, respectivamente. El cubano sí que se arriesgó a pisar suelo argentino, usufructuando de nuevo un avión venezolano.

Maduro desde su posición de gobernante ilegítimo al alcanzar el poder por un proceso fraudulento, solo ha podido visitar países que están bajo el yugo autoritario, o de gobiernos aliados.

La obligada suspensión del viaje resultó en un mal balance de opinión contra quien controla los medios de comunicación y somete a censura a un país que no puede registrar las protestas en su contra. Sin embargo, no pudo evitar el rebote de la información internacional que resaltó a Maduro como el jefe del Cartel de Los Soles: “Argentina tiene un acuerdo bilateral sobre cooperación penal con Estados Unidos desde 1997 para el caso de detenidos, información o personas con pedidos de extradición”, recordó Patricia Bullrich.

Así, el intento de visita a Argentina también se estrelló contra el pedido urgente -elevado por el abogado Tomás Farini Duggan- de una declaración indagatoria en representación de dos víctimas de crímenes de lesa humanidad.

Las aguas también se agitaron para los venezolanos que residen en Argentina huyendo de la crisis. Así, Elisa Trotta Gamus, una de las fundadoras de Fader, organizó protestas junto a centenares de compatriotas y recordó por qué más de siete millones de venezolanos han huido del país y cómo la mayoría que aún permanece en el territorio sufre por una crisis dirigida a favorecer a los corruptos y al crimen organizado.

Maduro fue poco original en el argumento para excusar su ausencia: “Hemos sido informados de manera irrebatible de un plan elaborado en el seno de la derecha neofascista, cuyo objetivo es llevar a cabo una serie de agresiones…planes extravagantes diseñados por extremistas de la derecha alienados a intereses externos de la región”.

La noticia enredó al presidente argentino Alberto Fernández quien se refirió a Chávez en lugar de Maduro, al inaugurar la Cumbre.

En el evento, distintas voces de mandatarios, entre ellos el presidente de Uruguay Luis Lacalle Pou, reiteraron desprecio a regímenes sanguinarios: “Aquí hay países que no respetan la democracia, las instituciones, ni los Derechos Humanos”.

Maduro acusó el golpe y tuvo que conformarse con enviar un mensaje escrito. Le ha tocado también monitorear las protestas de maestros y trabajadores del sector público junto a las de pensionados y jubilados que continúan y se extienden, lo que mantiene a Miraflores con las alarmas encendidas, aun cuando contradictoriamente Maduro vive circunstancias confortables con la oposición, enmudecida y complaciente, atrapada en la banalidad, ocupada en aguijonearse y dejando en orfandad al ciudadano que soñaba con recuperar la libertad.