21 Dec
El dictador Maduro prefiere las balas
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Una valla o cartel en España que forma parte de una campaña de la organización Médicos sin Fronteras, presenta un dilema que debería tener una obvia respuesta: “Demuestra de qué lado estás: pastilla o bala”. El asunto gira entre la posibilidad de matar, de disponer de arsenales de armas que destruirán a personas, fauna, tierra y bienes, o la alternativa de salvar vidas, de entregar recursos a quienes no tienen acceso a los servicios de salud por diferentes razones y carecen de la posibilidad de adquirir medicamentos necesarios para controlar sus males.

La respuesta evidente, no coincide con la de los dictadores.

Nicolás Maduro, después de regresar de Rusia, recibió en Venezuela un guiño de Vladimir Putin: una escuadrilla de aviones rusos, entre ellos dos bombarderos T-160 con capacidad para armas nucleares. Entre las reacciones, ninguna más atinada que la del coronel Robert Manning, portavoz del Departamento de Defensa de Estados Unidos: “Nuestro enfoque hacia la región difiere de Rusia. En medio de la tragedia, Rusia envía bombarderos a Venezuela y nosotros mandamos un buque hospital”, dijo en rueda de prensa en el Pentágono.

El arribo de esos aviones fue casi simultáneo con el anuncio del subcomandante de la Armada iraní, contralmirante Touraj Hassani Moghaddam, sobre el pronto envío de barcos de guerra de nueva generación a Venezuela, junto a helicópteros especiales con una misión que podría durar cinco meses.

Al mismo tiempo se registró otra muerte que mutila el futuro: la de José Daniel Cortez, de 15 años, quien se encontraba en el servicio de hematología en el Hospital JM de los Ríos, en Caracas.

La emergencia humanitaria exige una intervención. Visto está que al dictador Maduro nada le importan la destrucción del país, el hambre de los venezolanos, el sufrimiento de los enfermos, la muerte por falta de asistencia y el dolor del éxodo.

El goce de Maduro está en esa puesta en escena en la que se siente triunfador al recibir aviones como señales de apoyo. Entretanto, Putin celebra haber encontrado al idiota perfecto. Ni digamos lo felices que han de estar los iraníes que con el chavismo han timado a Venezuela como les ha dado su gana. ¿O ya olvidaron los aviones no tripulados o súper drones? ¿Quién se quedó con ese dinero? Con los rusos y ese tipo de contratos, tampoco ha salido muy bien la cosa. La fábrica de fusiles sigue en veremos después de millones de dólares perdidos.

Sin embargo, Maduro podría obtener lo que necesita de modo temporal. Le urge mostrar la fuerza que jamás logrará por la vía electoral. Porque las elecciones a concejales no movilizaron votantes ni siquiera bajo la oferta de dinero y comida. Quienes tienen el control saben que Maduro ni con magia sumará simpatías o fe. Necesita entonces de algo que lo ayude a mostrar las garras que él no tiene (remember su cara de susto el día de la explosión del dron). Para eso fue su gira. Son pocos los aliados que le quedan, pero esos, pueden hacer bulla y él la necesita para después del 10 de enero, cuando muchos países lo comiencen a desconocer. Y a pesar de que esa es una situación que a un dictador puede importarle poco, sí le afecta en tanto su razón de estar en el cargo: el dinero. Es la circunstancia que a las mafias criminales que gobiernan Venezuela, le preocupan.

La política en nuestro país la dirigen las mafias. Ese es el único punto de análisis que debe considerar cualquier estrategia. Por eso es absurdo pretender evaluar la coyuntura venezolana a través de un proceso electoral como el de las elecciones de los concejos municipales. Quienes tienen el control desde Miraflores y Fuerte Tiuna, son los jefes de las organizaciones criminales más oscuras y peligrosas del mundo. Esas mafias están cuidando el negocio y sobre ese objetivo hacen su política.

Lo que queda del liderazgo opositor debería obligarse a trazar plan un común que considere que el proceso electoral está cancelado en Venezuela hasta nuevo aviso. Que aún la oposición ganando la mayoría de concejales en un municipio, o en cualquier otro cargo, los del régimen no van a entregar. Porque para ellos es suicida cumplir con la ley.

Entrar en esa discusión de votar o no votar es un error, especialmente porque se trata de un terreno que divide a opositores.

Las circunstancias nos exigen confrontar esta realidad y rediseñar la estrategia, dejando a un lado a aquellos que han sacado provecho de la esperanza electoral, a conciencia de que es un error.

Enfrentar a las mafias es el camino más difícil, de mayor riesgo y complejidad. Quienes no estén dispuestos a hacerlo, deberían dejar el camino libre a quienes sí lo están.