Es importante llamar las cosas por su nombre. El régimen fracasó en su estrategia de tomar la Asamblea Nacional. Mejor aún. La unidad opositora y el gobierno interino encabezado por Juan Guaidó, dieron una lección de coraje y buen ejercicio de la política que dejó revolcándose como cochinos en el lodazal a quienes pretendieron consumar un atropello a todas luces ilegal.
¿Por qué tanta desesperación? Ciertamente la impaciencia y la presión de Rusia empujaron al régimen a cometer el error de violentar la elección de la directiva de la Asamblea Nacional. Semanas atrás, la dictadura había activado un agresivo plan de intento de soborno y extorsión –denominado Operación Alacrán- procurando fracturar la mayoría opositora en el Parlamento. Fracasaron. Con una circunstancia que les complicó el asunto: Francisco Torrealba, miembro del partido oficialista, los engañó asegurando a sus jefes tener garantizados los votos de varios miembros de partidos opositores, algunos de ellos dando claras señales de ser corruptibles. La muestra previa de tal deshonestidad fue el servilismo hacia Alex Saab, empresario beneficiario del robo con las cajas CLAP, socio de Maduro, sancionado por Estados Unidos y solicitado por las autoridades colombianas. De las cuentas bancarias de Saab salieron los pagos para los diputados que pretendieron constituir la nueva directiva del Parlamento venezolano.
El asunto es que Torrealba garantizó el control y no lo tuvo. La mayoría de la bancada opositora resistió presiones y tentaciones y el 5 de enero los oficialistas ni siquiera se atrevieron a contarse. Era evidente su reducida votación.
En paralelo, se ordenó la emboscada militar en la que efectivos de la Guardia Nacional rodearon las instalaciones del Palacio Legislativo demoraron y/o impidieron el ingreso de los diputados que asistirían a la sesión. En medio de ese trajín, se juramentó una patética directiva encabezada por el diputado Luis Parra cuyo destino en la historia será como mucho, para memes.
A pesar de los obstáculos para el trabajo periodístico, la verdad pudo ser emitida hasta donde se pudo. Así, avanzada la tarde, la directiva de la AN constituida por Juan Guaidó, Juan Pablo Guanipa y Carlos Berrizbeitia fue designada con 100 votos, muy por encima del cálculo del régimen. Dos días después, Guaidó encabezó la retoma de la sede del Palacio Legislativo y se juramentó nuevamente como presidente encargado.
Sin duda, Maduro quedó muy mal ante sus aliados. ¿Cómo el régimen cometió este error tan burdo? Volvemos a la presión de Rusia y la urgencia de dinero que los obligó a no esperar hasta unas elecciones parlamentarias que de paso saben perdidas. Decidieron irse por lo único que les ha resultado: Usar la bota militar para consumar sus delitos.
Moscú aún debe preguntarse qué ocurrió. Porque ellos a lo suyo: el dinero y su interés en los campos petroleros, para lo que necesitan cambios en la participación accionaria que tienen las empresas en los contratos. Y esa modificación exige la validez legal que solo puede refrendar la Asamblea Nacional.
No pudieron. Ahora asoman un segundo recurso desesperado anunciando que el parapeto de la Asamblea Nacional Constituyente se encargará de asuntos legales. Puro bluff. Perdieron y quedaron embadurnados como chapuceros tramposos frente al mundo.
La reacción en paralelo del régimen ha sido ampararse en la FANB y su disposición a reprimir. Maduro no apareció junto a los payasos conversos que pretendían usurpar la AN. No. A esos corruptos ni les pagarán completo. Maduro no tuvo más remedio que volver a sostenerse en la bazofia ilegal de la Constituyente (y en los brazos de Diosdado) y corrió al patio militar para anunciar la pretensión de una nueva violación a la Constitución, muy significativa: una ley -que no será tal porque no pasará por el Parlamento- que incorporará a la milicia como el quinto componente de la Fuerza Armada venezolana.
Esto es grave.
El régimen avanza en destruir a la FANB y aumentar el control del poder sosteniéndose en hombres armados para reprimir y mantener doblegada a la población. La milicia está destinada a operar como un cuerpo de presión, de control social, procurando mantener al venezolano amedrentado, dominado, apaciguado. Y por supuesto, será utilizado para cualquier parapeto de proceso electoral que intentarán montar como acaban de hacer esta semana en la Asamblea Nacional.
Ese plan tendrá que considerar la demostración de coraje, ya manifiesta por 100 parlamentarios en representación de más de 14 millones de venezolanos. Por eso lo ocurrido tiene tanto valor. El liderazgo político, tan atacado incluso por sectores opositores, arrancó este 2020 mostrando coherencia y fuerte disposición a seguir la pelea. Nos toca al pueblo, apoyarlos.