El régimen, a su pesar, se estremeció con la exitosa gira del presidente encargado Juan Guaidó.. La visita a Estados Unidos con el aplauso unánime de los partidos Demócrata y Republicano en el Congreso, así como la reunión en la Casa Blanca con Donald Trump y con decenas de altos ejecutivos de la política y de las finanzas, tendrá consecuencias.
En Venezuela, a pesar de la censura y la manipulación de la información, el hecho invadió favorablemente el pensamiento de los ciudadanos. La Fuerza Armada no ha estado exenta de ello, para desgracia de la dictadura.
El pasado 4 de febrero, después de la celebración temprana del intento de golpe de Hugo Chávez, otra reunión se produjo entre militares. Fue un encuentro en Maracay –llamado cónclave de emergencia– entre los oficiales que participaron en la asonada de 1992. Ya no hay muchos al lado del gobierno. La mayoría está huyendo, otros han sido apresados, salvajemente torturados. Fue obvio que los convocados están muy preocupados por la gira de Guaidó. Coincidieron en que Maduro va cuesta abajo, por lo que discutieron qué hacer para poder salvarse ellos.
Para ese momento, el equipo de Juan Guaidó había hecho creer que la guinda deseada de su exitosa gira no se había alcanzado: la entrevista con el presidente Trump. El régimen se lo creyó y con cierto alivio intentaba curarse varias heridas, incluso algunas autoinfligidas, como lo fue la torpeza de Delcy Rodríguez en España. Horas después todo cambiaría y la presencia de Guaidó en el Congreso de EEUU llevó a que en la FANB las cosas tomaran otro matiz.
El 5 de febrero, –mientras Guaidó era recibido con honores en la Casa Blanca– el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, junto al almirante Remigio Ceballos Ichaso, jefe del Comando Estratégico Operacional, CEO, –responsable de la política en materia de defensa–, convocaron una reunión del alto mando militar donde fueron evidentes las siguientes tendencias, según me informa una fuente privilegiada: una gran mayoría que aboga por una intervención sin combates, que saque a Maduro sin correr el riesgo de ser asesinados y torturados; en este grupo habría oficiales de todos los grados. Un segundo sector que apuesta a un patriotismo propagandístico que rechaza cualquier injerencia y que quiere resolver la salida de Maduro solo con los militares, sin los políticos. Este es el grupo de Padrino López. Está un tercer grupo que es el de Diosdado Cabello (no invitado a la reunión por no ser activo) que es de los extremistas, “si no es para nosotros, no es para nadie”. En esta posición hay que detenerse brevemente. Diosdado está atrapado en un dilema: está haciendo esfuerzos para acercarse a Estados Unidos, pero su empeño en capitalizar para sí a los radicales del chavismo lo ha convertido en presa de su estridencia y malcriadez que lo hacen intraficable. Diosdado cree que él debe ser el sustituto, que será apoyado por el chavismo “originario”. No fue casual que invitara a las hijas de Chávez a su programa de televisión.
Es destacable que en la FANB no existe un solo grupo que considere que Maduro debe seguir en el poder. Lo abundante son los corruptos que reparten sus simpatías entre Diosdado y Padrino.
Es dramático que la clara mayoría en la FANB no tenga un líder visible. Por eso al oficial que destaca, los cubanos ordenan que sea descuartizado. Alguna vez Padrino López lo fue, pero ya no. Ahora quiere conversar con Estados Unidos pero su palabra ha perdido valor. Tiene en Diosdado a su peor enemigo que ha aglutinado al grupo del 4F.
Aunque lo descrito muestra un escenario adverso a Maduro, hay que considerar los elementos con que cuenta para mantenerse en el poder. Maduro piensa aferrarse a la milicia sin importarle la disciplina o los conocimientos. Necesita lealtades y las puede comprar. Además, conoce los delitos de sus subordinados, su codicia y demás debilidades. Confía en que el miedo se impondrá para evitar algún acuerdo de ellos con Estados Unidos.
En otro encuentro convocado con urgencia este 6 de febrero con Padrino, Ceballos, los comandantes de los componentes y los comandantes de Redi y Zodi en todo el país, también se debatieron, por videoconferencia, las implicaciones de la reunión entre Guaidó y Trump. Nadie lo dijo expresamente, pero el comentario previo fue: “Si vienen los gringos, aquí nadie se va a oponer”. Formalmente, ratificaron el apoyo a Maduro. Trascendieron algunos asuntos de interés que asoman la dramática realidad interna. Destacaron dos: no van a aceptar imposiciones de la milicia y es insoportable la situación económica, expresada en las imparables deserciones, la altísima solicitud de bajas y los planes de defensa no actualizados. La respuesta fue una promesa: un bono en carnaval.
Los jefes fueron cuidadosos. De corrupción, tanto en la FANB como en el Poder Ejecutivo, se habló en susurros. Se ordenó eso sí, extremar la vigilancia en los subalternos y alertar sobre cualquier señal que los acerque al enemigo. Del seguimiento de los jefes militares, quedaron encargados los cubanos.