Soy de las que piensa que esta acción arbitraria que pretende designar una nueva directiva en el CNE en Venezuela, burlando algunos avances obligatorios del Comité de Postulaciones de la AN -que contaba con la presencia de ambas partes-, termina haciéndole un favor a la oposición que estaba a punto de dividirse con el tema electoral. Las discusiones y los debates sobre si abstenerse ha sido una estrategia equivocada que pasa a un segundo plano ante la violencia a la institucionalidad que significa que el TSJ asuma lo que le corresponde hacer a la Asamblea Nacional. Esa ilegalidad no la puede convalidar un demócrata. La supuesta e inminente designación también fue un aviso para los políticos -si se les puede llamar así- que están de rodillas ante el régimen. Para que se preparen porque ahora es cuando faltan demostraciones que los mantendrán en el subsuelo.
La filtración de los miembros del nuevo Consejo Nacional Electoral diseñado en Miraflores y ejecutado por el Tribunal Supremo de Justicia es suficiente para entender que la aspiración de elecciones libres por la bondad de un acuerdo sigue siendo imposible en Venezuela. El régimen insiste de nuevo en la confrontación. Sintiéndose en dificultades, reta: “¿qué más me van a hacer? Aquí sigo”. Corresponde a la oposición comportarse según las circunstancias.
Los nombres arrojados aún en medio de esta pandemia son: Indira Alfonzo Izaguirre (propuesta como presidenta del CNE), Gladys Gutiérrez, Tania D´Amelio, Rafael Simón Jiménez y Luis Emilio Rondón. Las tres primeras están sancionadas por la comunidad internacional. La primera por atentar contra la democracia y los derechos humanos, Gutiérrez por usurpar la autoridad de la AN y D´Amelio por utilizar al CNE a favor del régimen. ¿Qué legitimidad puede tener un ente que pretende mostrarse como confiable con personajes cuestionados y claramente activos en su militancia con la dictadura?
Los antecedentes de la magistrada Alfonzo, segunda vicepresidenta del TSJ, no pueden ser peores. Una de sus decisiones que hirió abiertamente la norma venezolana fue la de diciembre de 2015, cuando desguazó 15 años de jurisprudencia al dejar al estado Amazonas sin representantes en el Parlamento, lo que continuó con declarar después a la AN en desacato por negarse a aceptar la interferencia del máximo tribunal en su autonomía. Y miren el incremento de la tragedia desde entonces.
Antes, Alfonzo había llegado al Parlamento de la mano de Francisco Ameliach, secretario de organización del PSUV, de quien ha sido su asistente. Ahora Maikel Moreno le deposita su confianza. Nada mal le queda mandarla al ente electoral y extender sus tentáculos. La envía con equipaje. Porque a Maikel le estorba Gladys Gutiérrez, su competidora, continua aspirante a sustituirlo.
Alfonzo ha sido tenaz enemiga de la comunidad universitaria. Desde la sala electoral se ha encargado de bloquear y boicotear los procesos de elecciones tanto de las autoridades como de los estudiantes. Como se sabe, desde mayo de 2010 a las universidades autónomas por decisión del TSJ -con el objeto de debilitar la autonomía universitaria- se les prohibió hacer elecciones para renovar sus autoridades. El rector, pasando por decanos hasta representantes profesorales terminaron prisioneros de sus cargos al no poder ser sustituidos. Los estudiantes en cambio, en abierta rebelión, han cumplido los procesos de su cuenta y aún así, decisiones de la magistrada Alfonzo han disparado contra la comunidad estudiantil que se ha plantado firme logrando impedir su pretensión de favorecer a pequeños grupos de estudiantes chavistas.
La magistrada Gutiérrez por su parte es militante dentro y fuera del país. En España, donde vive su esposo que posee esa nacionalidad, está públicamente comprometida con el partido Podemos.
La pregunta pertinente en un país en estado de agonía es: ¿Por qué el régimen insiste en la confrontación? ¿Acaso se siente fuerte? Pues no, pero a la dictadura le ha funcionado huir hacia adelante en las peores circunstancias. Sus jefes manejan el poder con cinismo y con criterio de supervivencia. Necesitan con urgencia la AN. Y si bien han bloqueado la actuación de parlamentarios a quienes han presionado, acosado, apresado, descalificado y a algunos pocos comprados, han terminado fracasando. Fíjense cuánto les pesa el mamotreto de Luis Parra y la Operación Alacrán. Ante el resultado adverso de ese plan, vuelven al viejo truco de la mesita. Apelan a los Henri Falcón, Claudio Fermín, Timoteo Zambrano…
Estamos entonces en el momento de volver a exigir al gobierno interino y a la oposición en general, la definición de una nueva estrategia. La que lleve al consenso que genere empatía que se sume al malestar de millones de venezolanos que capitalice la desesperación y el dolor en beneficio de una salida de Maduro del poder.