10 Dec
Virar la pistola que apunta a la sien
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La élite del régimen sabe que más de 70 por ciento del universo votante pretende no moverse de sus casas el 6 de diciembre. A estas alturas, no se trata de que la gente vote por los payasos que se han lanzado a un proceso fraudulento. La urgencia de la dictadura es que parezca que la gente salió a votar. Maduro necesita disimular, ocultar su derrota, maquillar el desprecio del país.

Por eso los esfuerzos van hacia ese objetivo. Mostrar videos de gente en los centros de votación con la distribución de registros visuales manipulados, son parte de la pauta para los medios de comunicación oficialistas. La censura y el miedo estarán activados en su máxima potencia, así como los operativos de presión. Las fuerzas de seguridad van a conminar, arrastrarán a votar a los ciudadanos, en especial los más desprotegidos. Los colectivos en coordinación con los grupos de exterminio acecharán barrios y poblados para garantizar que la gente cumpla con el voto y que nadie se atreva a protestar el evento. Se impondrá el terror para evitar que alguien se atreva a informar la verdad

Es la rutina de la dictadura ajustada a su plan con el que tratará de recuperar la Asamblea Nacional Sus anteriores intentos han fracasado. Ahora la Venezuela democrática deberá demostrar con fiereza que no se entregará. Deberá hacer virar el arma con la que le apuntan.

El país que ha librado innumerables batallas desde el mundo opositor ha sido maltratado sin piedad. La dictadura le ha privado de lo mínimo necesario para vivir. Le ha fracturado su psiquis, le ha arrebatado el amor de sus afectos. Lo doblega ante la necesidad. Lo deshumaniza y le seca la esperanza.

No pierde la oportunidad la dictadura de mofarse del gobierno interino, fanfarroneando sobre su criminal superioridad.

La realidad la saben ellos y la sufrimos nosotros. La comunidad internacional también la conoce. Están claros los aliados de la dictadura que son nuestros enemigos y que ahora en esta campaña tienen el aliciente de la ley antibloqueo para saciar aún más sus ambiciones sobre nuestro territorio. En cambio, la decencia, la comunidad internacional que se rige por la ley, no acompañará el fraude del 6 de diciembre. ¿Es eso suficiente?

Las evidencias que documentan los delitos de la corporación criminal que mantiene el poder en Venezuela no dejan de explotar en escenarios jurídicos internacionales. El nuevo informe de la secretaría general de la Organización de Estados Americanos es contundente. El documento, elaborado por el asesor especial sobre la responsabilidad de proteger de la OEA, Jared Genser, se basó en la información de un panel de expertos independientes que recopiló evidencias que reiteran lo que la Comisión de los Hechos de la ONU había aseverado: la responsabilidad de la élite del régimen venezolano en crímenes de lesa humanidad. Pero la OEA es todavía más firme y no deja espacio a titubeos al cuestionar a la fiscalía de la Corte Penal Internacional por su inacción al no haber activado la investigación sobre los crímenes de lesa humanidad que las circunstancias en nuestro país exigen. “Venezuela sufre la violencia patrocinada por el Estado. El régimen de Maduro se ha sentido envalentonado para cometer delitos con impunidad”, refirió el funcionario. Conclusión que acompaña el pronunciamiento del secretario general de la OEA, Luis Almagro, y que tal vez responda la pregunta respecto a si el desconocimiento internacional a lo que resulte del fraude del 6D, será suficiente: “Tenemos la responsabilidad de proteger a nuestros vecinos cuando ya no pueden protegerse así mismos. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de usar los instrumentos disponibles para apoyar al pueblo venezolano para que puedan restaurar la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho”.

Sin embargo, los aliados cada vez hablan más bajito. Aquellos que exigían ir hasta al fondo en la presión contra el régimen parecen haberse entibiado. Algunos voceros incluso se aventuran a proponer que se suavicen las sanciones, ignorando que eso es lo que ha procurado Maduro mientras celebra que el despliegue de su cinismo vaya dando resultados porque significaría que alguien compró sus mentiras, su teatro, el descaro de robarle el discurso al pueblo sufrido. Ese pueblo que él apunta con su pistola, al que ha torturado y pretende seguirlo haciendo.

A Maduro hay que desarmarlo. Almagro tiene razón. El juicio penal internacional por sus delitos es una de las maneras.