El general Hugo Carvajal “el Pollo” nunca dudó que España sería el lugar más seguro para resguardarse una vez que hiciese pública su decisión de romper con el régimen de Nicolás Maduro y apoyar de inmediato a Juan Guaidó juramentado a inicios de 2019 como presidente interino. El Pollo buscaba también alejar otro peligro que lo acechaba: el proceso en marcha de extradición de Estados Unidos para procesarlo por narcotráfico y crimen organizado.
Con Maduro las relaciones nunca habían sido buenas, pero con Chávez vivo todos sus subalternos se aguantaban. El Pollo era un personaje temido, más por el chavismo que por la oposición, ya que Chávez lo había designado jefe de contrainteligencia con la bendición para hurgar en la vida de todos los funcionarios, en especial los cercanos del entonces presidente. Cuando él murió, Maduro y el Pollo comenzaron a medirse en una especie de guerra tribal o como lobos salvajes.
Apenas Maduro asumió la presidencia, el Pollo comenzó a planificar alejarse del gobierno, pero sucedió lo de Aruba. Era julio de 2014 cuando Maduro para poner agua de por medio lo enviaba como cónsul de esa isla y cuando autoridades de Estados Unidos intentaron detenerlo allí. Al régimen no le quedó otra salida que batirse por él como funcionario diplomático y el Pollo se salvó. En Venezuela fue recibido como héroe y comenzó a dar forma a su leyenda de hombre inatrapable.
Cuando lo entrevisté en Madrid en octubre de 2019, el Pollo se sentía protegido. Se había especulado que tras su salida de Venezuela habría cambiado su identidad y andaría por distintos países de Europa. No le hizo falta. En el plácido jardín de su casa me comentó complacido sobre el trato recibido por el Centro Nacional de Inteligencia, dirigido entonces por Félix Sanz Roldán, un militar como él. Pero había más: el Pollo estaba confiado en la prudencia de quienes estaban al mando en el Ejecutivo. Él había guardado pruebas sobre su trabajo coordinando distintas operaciones que resultarían en millones de dólares para financiar a partidos políticos latinoamericanos, y en España a favor de Podemos que desde 2018 era parte del gobierno de coalición. Con el control de la espoleta, el Pollo se ufanaba de cierta seguridad.
Han sido vaivenes jurídicos y policiales por los que Estados Unidos no ha logrado ponerle mano al general, aunque en septiembre de 2021 logró colocarlo tras las rejas en la prisión de Estremera en Madrid. Para asegurarse, la DEA formó parte del operativo de detención junto a la Policía Nacional. De inmediato el Pollo activó su plan B y se ofreció para colaborar con la justicia española.
El Pollo tenía información detallada de la entrega de dinero a Juan Carlos Monedero y narró al dedillo el modus operandi y los personajes involucrados. Son operaciones que solo pueden ser dirigidas por gente de máxima confianza y mucha experiencia. Lo hizo con Chávez y después con Maduro, aunque según fuentes de inteligencia, a Maduro le gusta intervenir directamente en esos procesos, de ahí la presencia del gordo Williams Amaro quien fungía como su secretario, “un miembro de colectivos motorizados; un malandro, en pocas palabras”, nombrado también en el expediente.
Con el caso, la justicia española ha dado trompicones. La investigación de Podemos fue cerrada en 2016 bajo argumentos de forma: “el delito de financiación ilegal de partidos no se introdujo en el Código Penal español hasta 2015, fecha posterior a los hechos que habían dado pie a la apertura de la investigación”. Pero, y esto es muy importante, a partir de las denuncias del general venezolano, en el 2021 se reabrió como investigación secreta al considerar que hay información suficiente para indagar sobre posibles fondos transferidos ilegalmente a través de testaferros desde Venezuela hasta las manos de Podemos, es decir blanqueo, así como falsedad de documentos.
El modus operandi va recubierto de la absoluta impunidad del régimen venezolano que usa los recursos de nuestro país bajo el criterio de repartir un botín. La filtración del contenido de la investigación corrobora información precisa aportada por el Pollo la cual coincide con la indagación efectuada por los organismos de seguridad e inteligencia española. Se habría comprobado, por ejemplo, que una venezolana identificada como Carmen Julia Gómez ha blanqueado más de siete millones de dólares en favor de Podemos utilizando una sociedad off shore en Curazao y cuentas fantasmas en un banco suizo.
El delito era consumado a través de vías diferentes con empresas de fachada españolas, todas conocidas por el general venezolano. Al menos por una de ellas, Monedero habría recibido dinero en efectivo que iba a las manos de un testaferro que a su vez lo traspasaba a sociedades fachada –activadas exclusivamente para lavar dinero- que estaban en Curazao, paraíso fiscal. De allí, el dinero era enviado a cuentas en Suiza con un solo destino: las manos de Podemos. También habrían transferido montos importantes a través de valija diplomática. Favor nunca olvidar el Delcygate.
Los cálculos de montos entregados rondan los 20 millones de dólares. Entretanto, la ONU ha colocado el salario mínimo de extrema pobreza en 57 dólares mensuales. El de Venezuela es 5,34.