Es oficial: las bandas delictivas son parte del establishment armado de Venezuela con la potestad de ejercer la violencia y comportarse fuera de la ley. Nadie oficialmente está por encima de ellos porque hasta los militares de nuestro país han terminado siendo sus temerosos servidores.
Lo ocurrido el pasado domingo en Petare ratifica dramáticamente que en Venezuela los colectivos, deformados en bandas armadas que asaltan y asesinan bajo la consigna de Chávez vive, son la apuesta futura de Nicolás Maduro a quien ya no le sirve la mayoría de la FANB cuya jerarquía se cuida del peligroso destino de ser denunciado ante la Corte Penal Internacional. Pero a las bandas delictivas eso no les importa así que, protegidas por el régimen, actúan libremente, sin importar el tamaño de las tropelías que cometan.
Un hecho reciente del pasado domingo desnuda esta realidad, luego de que los habitantes de Mariches solicitaran a las autoridades policiales del municipio Sucre su intervención ante el constante acoso de las bandas delictivas. Varios funcionarios acudieron al sector y pillaron in fraganti a 14 hampones con edades comprendidas entre 18 y 57 años (también a un menor de edad) que armados, encapuchados, vestidos de negro, asaltaban un galpón.
Los detenidos fueron trasladados a la sede de Polisucre para iniciar el procedimiento legal; la autoridad del Ministerio Público fue informada. A los detenidos les fueron decomisadas una larga lista de armas y vehículos que ratificaban su impunidad y su holgada situación económica. Transcurridas unas pocas horas, compinches de los detenidos sitiaron la sede policial, cometieron desmanes, aterrorizaron a los residentes del sector y a trabajadores, entre ellos los del servicio de aseo, que fueron obligados a descargar la basura en medio de la calle para después quemarla. Los violentos se identificaron como miembros del “corredor seguridad de Cara al Río” que amenazantes reclamaron las detenciones exigiendo que sus compinches fueran liberados so pena de peores acciones. Acusaron además a la directiva del organismo policial de ser brazo armado del enemigo, entendiendo que enemigo para ellos es ser opositor y con ello, un posible y peligroso generador de golpes de Estado.
Y el régimen les obedeció de inmediato. El procedimiento judicial de detención preventiva con el que era decomisado un complejo y costoso arsenal, así como vehículos de diferentes cilindradas, fue revertido. Más que penoso resultó el espectáculo de oficiales de la Fuerza Armada comportándose como subalternos de los delincuentes. Solo faltó el ruego del perdón por haberse atrevido a detener a miembros de una banda que delinque, hostiga a la comunidad y despliega numerosas armas obtenidas de manera ilegal. No hubo ni siquiera audiencia de presentación. Para ellos la ley es un estorbo.
La guinda la colocó el ministro del Interior y Justicia Remigio Ceballos: “la situación en Petare ya fue controlada mediante el diálogo”. Diálogo para asesinos, pero un maestro que protesta contra su salario de hambre va preso.
Sin empacho el general Elio Estrada Paredes, viceministro del sistema integrado policial mayor expuso en amena reunión con los miembros de la banda delictiva: “para el combate vamos todos, para defender a nuestra patria, nuestra paz, nuestra revolución y nuestro comandante. Es un mensaje de nuestro comandante en jefe, esto no va a volver a ocurrir en Petare porque vamos a tener la mejor coordinación entre todos. Si hay alguna novedad, llámennos para resolver los problemas Y al escuálido lo vamos a ir sacando”. La expresiva intervención cerró con vivas para Maduro.
Traducción del discurso anterior: chicos, si van a asaltar comercios o se les antoja un atraco de cierta complejidad, avisen para asegurarnos de que nada obstaculice sus actividades por la patria. Eso les manda a decir Maduro. Estén sí, atentos a los requerimientos futuros cuando haya que arrebatarles propiedades a los opositores, aterrorizarlos o liquidarlos. Chávez vive.
Ya parecía bastante escandaloso la confirmación de que el delincuente más buscado dentro y fuera del país, el Niño Guerrero del Tren de Aragua, se comunica telefónicamente con el ministro del Interior y Justicia Remigio Ceballos, como si fuera su mejor amigo.
Ha quedado ratificada la fluidez comunicacional entre la jerarquía militar y las bandas armadas. Y peor aún, es evidente la sumisión de la FANB ante grupos ilegales armados.
Y es oficial: ninguna policía regional, ni local, ni el CICPC, ni la Guardia Nacional pueden tocar esas bandas armadas que se autodenominan guardianes de la revolución.
Es espantoso, desalentador, preocupante, vergonzoso, repudiable, peligroso.