01 Aug
Nicolás Maduro, descansa en paz
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Este domingo 28 de julio los venezolanos harán oficial su decisión de sacar a Nicolás Maduro del poder. Ha sido una campaña bajo unas condiciones absolutamente desventajosas para la Plataforma Unitaria: sin recursos, con persecución, censura, represión y amedrentamiento que han culminado para pesar de la tiranía, fortaleciendo la lucha y colaborando en la construcción de una epopeya.

Ha sido un proceso de demostración de fuerza para los venezolanos. Nicolás Maduro ha de estar sorprendido. Al inhabilitar a María Corina Machado su ego relamido por el poder vio fácil enfrentar a Edmundo González. No entendió que los venezolanos se apoderaron de estas elecciones y las convirtieron en un proceso de los ciudadanos contra él, hartos de tanta humillación, urgidos de restablecer sus familias, de recuperar la libertad.

Es una campaña que me ha conmovido, lo confieso. Nunca había visto tanto dolor expresado y al mismo tiempo tanta voluntad y decisión para que la vida sea de otra manera. “Tengo fe en que voy a volver a comerme la sopa los domingos con mis muchachos”, dijo con voz quebrada un hombre pobre y honorable en el evento de campaña en Maracaibo. Eso resume esta campaña. Eso, y escuchar a los venezolanos decirle incansablemente a María Corina Machado una declaración de gran significado: “te amo”. Al contrario de una campaña tradicional, la gente no le pide, le entrega.

No deja de llamar la atención que Maduro tiene el descaro de culpar a la oposición de unos males solo atribuibles a 25 años de desgracia del chavismo. Y mientras Maduro promete mentiras que nadie cree, María Corina Machado y el próximo presidente Edmundo González Urrutia, ofrecen abrazo y sacrificio. Además, el discurso de ambos ha reafirmado la decisión de brindar alternativa a quienes alguna vez creyeron en el chavismo o a aquellos que bajo presión fueron obligados a militar en sus filas. La transición está servida.

Hay que decirlo: el liderazgo opositor se ha fortalecido en este proceso. Con María Corina Machado a la cabeza, los partidos políticos de la plataforma unitaria han contribuido decididamente a organizar la ruta a la retoma de la libertad, demostrando que en unidad es la única manera de lograr expulsar del poder a un dictador que opera con sanguijuelas.

Los venezolanos nos enfrentamos al candidato del crimen organizado y de las tiranías. En parte, eso explica por qué esta campaña ha terminado conformándose en una lucha espiritual, lo que la ha convertido en inmensamente poderosa. El ciudadano tiene identificados a los responsables de su sufrimiento y sabe que ellos encarnan el mal que con saña deliberada le ha hecho daño.

Ha sido, además, demasiado tiempo. En estos 11 años del madurismo el venezolano ha sido mutilado y humillado, ha padecido hambre y ha visto morir a sus seres queridos por falta de asistencia, mientras una élite corrupta ha engrosado sus fortunas personales con montos que pagarían la deuda de un país.

Esta dictadura le ha ido arrebatando todo a los venezolanos. Y su expectativa es seguir raspando la olla. La pregunta es si puede continuar haciéndolo. En las últimas semanas hemos visto cuánto ha quedado expuesta la debilidad de Maduro a partir de la decisión de un país de execrar a quienes lo han pisoteado. Por eso lanza desesperado la jugada extrema de intentar asustar al electorado anunciando un baño de sangre. Y se equivocó de nuevo. Mientras el pueblo ignoró con desprecio la amenaza, los mandatarios del mundo -incluyendo sus aliados naturales- han comenzado a tratarlo como un maloliente impresentable.

Nadie descarta que Maduro intente un fraude electoral, pero la va a tener difícil. Desconocer la voluntad de millones hace imposible que prolongue su estadía en Miraflores. A estas alturas su fragilidad se ha hecho inocultable. El mundo entero ha sido testigo de que María Corina es la ungida por la voluntad del pueblo.

A Maduro de nada le ha valido la censura local que ha extendido a medios internacionales. El mejor reportero ha resultado el ciudadano de a pie. Ese que registra al gobernador de Carabobo, Rafael Lacava, dando instrucciones en el reciente acto en Valencia para hacer un montaje con los pocos funcionarios asistentes dando indicaciones para simular que la convocatoria era menos penosa. O un video de su propio equipo en el que Maduro regaña a Freddy Bernal porque se veía feo que hubiese tan poca gente y muchas cámaras. O las carcajadas de fondo de quienes gozan viendo el desplante del pueblo dejándolo solo.

Ahora es Nicolasito quien habla de reconocer la derrota. Y es el ministro de la Defensa Vladimir Padrino López quien pide al derrotado, que se retire a descansar. Es decir, Nicolás, descansa en paz.