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Ya Snowden tiene un mote: nevaíto. El personaje pasó de espía a ser un chiste de botiquín. Es como si los venezolanos estuviésemos interpretando el Súper Agente 86 caribeño... y andino, porque Evo Morales cargó también con su cuota de ridículo.
En las últimas semanas los medios de comunicación venezolanos se han visto sacudidos por una nueva realidad que estoy segura de no exagerar al calificarla de escalofriante: la adquisición de las empresas por parte de personajes vinculados al gobierno, gestores financieros, testaferros domesticados de la boliburguesía.