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En Venezuela el criterio de manejo de recursos se sustenta en el provecho de las mafias en el poder. Por eso la crisis no sale de un círculo vicioso que solo se rompería con un cambio del sistema político. Nadie en su sano juicio puede sentir confianza en el régimen.

Tal desastre se sostiene sobre un pueblo debilitado, disperso, desinformado; para esto último, la censura es cada vez más implacable lo que se complementa con la invasión de la narrativa oficialista. De esta manera se le hace fácil al régimen reprimir las protestas que terminan borradas o desdibujadas entre el silencio y el relato de la dictadura.

Maduro, al ofrecer la posibilidad de elecciones libres, asume tener el control de decidir sobre ellas y acepta que actualmente no hay condiciones. Revela también su avidez porque le restablezcan la opción de usar nuevamente su chequera y por la libertad para él y su pandilla, de seguir haciendo negocios en el mundo entero.

Las sanciones son una obsesión para el régimen, todo el mundo lo sabe. Hemos de recordar reuniones previas en mesas de negociación donde la supresión de las sanciones ha sido prácticamente el único punto de interés para la dictadura (ahora se ha agregado la libertad de Alex Saab).

“Ahí está el dilema -reiteró Maduro- que nos quiten todas (las sanciones) para ir a unas elecciones libres, frescas, en el tiempo que determine el Consejo Nacional Electoral y la Constitución”. Por cierto ¿qué significarán para él elecciones frescas? ¿Sin muertos, por ejemplo?

De 277 presos políticos, 154 son militares, según registro actualizado de la ONG Foro Penal.

Para esos militares con o sin condena, no ha habido tregua. El régimen, que apuesta a la certeza de la pasividad o indiferencia de la opinión pública, hace con ellos lo que le da la gana. De poco han valido las gestiones desesperadas de los familiares y las diligencias de las organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos humanos, incluida la Misión de la Determinación de los Hechos de Venezuela de la ONU.

“Si se murió el general Baduel y no ocurrió nada, pues que se muera ese coronel escuálido como un perro”, sentencia con frecuencia, José Martínez, director de la cárcel 26 de julio en Guárico donde el coronel de la Guardia Nacional José Gámez Bustamante está detenido desde hace diez años sin haber tenido siquiera la primera audiencia de juicio, indica el registro de la periodista Sebastiana Barráez. Durante ese tiempo la salud del militar se ha deteriorado por el maltrato. ¿Qué cuerpo soporta diez años bajo tortura?

La patria está con nosotros, pero sobre ella no podemos ejercer nuestro derecho. Desterrados y desperdigados, las circunstancias espaciales dificultan organizarse. Súmenle a eso la imperiosa necesidad de sobrevivir apelando a infinitas actividades agobiantes.

Aún sí, nos toca dar esta nueva batalla porque si quienes nos vimos impelidos de salir del país no nos organizamos y exigimos el cumplimiento de la ley y por lo tanto nuestro derecho a ejercer el voto, nadie lo va a hacer.

El  registro electoral del 22 de abril de este año indica que solo 107.297 venezolanos pueden sufragar en el exterior. Ese número de votantes es de hace más de diez años -en la última campaña de Hugo Chávez-

Al gran poeta venezolano Rafael Cadenas le fue otorgado el Premio Cervantes, el más importante de las letras españolas que reconoce al autor la trayectoria de su vida.

El poeta Cadenas nunca ha dejado de advertir: “en Venezuela se reduce a diario el margen de libertad”. Su decoro lo ha convertido en un personaje incómodo para las autoridades de Miraflores.

Los medios internacionales se unieron de inmediato al aplauso y coincidieron en aseverar que el premio es para “un país herido”, “para una parte de la intelectualidad venezolana que no está de acuerdo con lo que allí sucede”, “para la dignidad de Venezuela”.

Son nueve años en los cuales Maduro ha venido arrasando la Amazonia venezolana y abusando de los pueblos indígenas.

“Revertir todos los procesos de destrucción del Amazonas como gran pulmón del mundo, así se lo hemos propuesto a Petro y Lula para que otros países se comprometan a financiar la recuperación del Amazonas”, dijo Maduro en Egipto, revelando -sin querer- que el verdadero objetivo no es la conservación, sino el dinero.

El ecocidio al sur del Orinoco ha sido sólidamente documentado junto a decenas de delitos que ya le van costando muy caro a la humanidad. Y no es exageración.

La organización “SOS Orinoco” produjo un sólido documental que demuestra de manera desgarradora la devastación ecológica y cultural que viene ejecutando la tiranía en Venezuela con alto riesgo para la región.

El nombre de su posible sustituto no le resulta competencia fácil a Tarek. Se trata de Jimai Montiel, segundo de Calixto Ortega en la Misión en los Países Bajos. Montiel es, además -y he aquí el aspecto clave- personaje de confianza de la familia Flores y muy amigo de Nicolasito.

Adicionalmente, Tarek confronta problemas internos en su despacho, por ejemplo, una denuncia de posibles extorsiones de tres fiscales de su confianza. “De hecho, al alto funcionario en el área jurídica que propuso investigar el caso, le costó el cargo”, precisa una fuente confidencial.

La información sobre la solicitud formal del Fiscal Khan coincidió con la visita del presidente de Colombia Gustavo Petro a nuestro país quien ratificó su propuesta a Nicolás Maduro para que Venezuela se reintegre al Sistema Interamericana de Derechos Humanos del cual está ausente desde el 2012. 

Venezuela es un país desmoralizado. La fractura del ciudadano se ha ejecutado en varias vías, todas con el propósito de quebrar la voluntad del individuo para mantenerse en el poder. El uso de la fuerza continúa siendo ejecutado, aunque ya no presenciemos la brutal represión sobre miles de personas que otrora atestaban grandes avenidas exigiendo libertad o la mejora de sus condiciones de vida. Los asesinatos cometidos contra jóvenes estudiantes terminaron por espantar a las nuevas generaciones que han sido empujadas a vivir fuera del país o a ser resguardados ante el pánico de unos padres cansados de derramar tantas lágrimas sin siquiera el consuelo de la aplicación de justicia. Entonces las grandes marchas se limitan a pequeñas protestas -y por eso aún más valientes- que retan a mandatarios del régimen a responder por el desastre en los servicios o por sueldos miserables mientras la élite de Miraflores derrocha lujos y obesidad navegando en la mayor corrupción de la historia.