17 Mar
¡Que vivan los estudiantes!
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En sólo dos cosas destaca este régimen: en la generación de odio activado en multiplicador de violencia, y en la mentira apoyada en un descomunal laboratorio de propaganda bajo la cual se ha resguardado para cometer todo tipo de desmanes, desde el asalto al bien público hasta la vinculación con narcotraficantes.

 

Venezuela se desangra, literalmente.

 

Hemos vivido un mes de violencia. Los jerarcas del gobierno salivan con la idea de reprimir, por eso el escenario de violencia pareciera ser cómodo para un régimen que intenta surfear lo imposible: la crisis económica que salta como las tapas de las alcantarillas de desagües inundados.

 

Sin embargo algo inesperado sucedió en el país. La lucha estudiantil contagió a miles de venezolanos descontentos. El sector más puro, con mayor credibilidad en la sociedad, salió a protestar por razones sólidas que obligarían a dialogar a cualquier gobierno decente e inteligente. El de Maduro carece de esos dos requisitos.

 

Los estudiantes reclaman por la inseguridad, cansados de ser asaltados en las aulas de clases, en el transporte que los lleva a las universidades o casas, en los barrios donde viven. Los estudiantes sufren las consecuencias de una crisis económica que les impide soñar con un futuro mejor. Los estudiantes tienen plena conciencia de lo grave que es la censura que ha impuesto este régimen en el país. Los estudiantes sienten la involución, el primitivismo de este régimen inmoral, forajido.

 

Y ahora los estudiantes han sido víctimas de una brutal represión que ha convertido a este gobierno en sanguinario y a Maduro en genocida.

 

Es una situación complicada la que se plantea en estos momentos. Sensatos analistas refieren que hemos llegado al punto de no retorno. Independientemente de lo que dure esta crisis, el supuesto socialismo que se pretendía imponer ya ha sido derrotado. La lucha no es ni será fácil, pero la ineficiencia del régimen unido a la soberbia, ambición de poder e inutilidad de sus gobernantes, crean el escenario apropiado para su salida. Se siente mucha voluntad y fortaleza de los venezolanos que protestan ansiosos de un cambio.

 

Y si bien está poco claro el panorama en el sector opositor, quienes están saliendo a la calle están convencidos de la necesidad de detener el naufragio del barco llamado Venezuela. La protesta no ha cesado a pesar del cansancio, del carnaval, de la represión. El miedo se ha perdido. O mejor dicho, ahora está del otro lado.

 

Mientras el gobierno más reprime y asoma más la bota dictatorial, la voluntad de los estudiantes se muestra más inexpugnable hasta el punto que es poco lo que los partidos políticos han logrado permear en la protesta. Y a los muchachos se les ha unido de manera espontánea la  gente. El ama de casa, el médico, el agricultor, el comerciante, el obrero, en fin Venezuela.

 

Dios proteja a nuestros muchachos.