Que el dictador venezolano se mantenga en el poder, no lo convierte necesariamente en el hombre fuerte de Venezuela. Ni siquiera dentro del chavismo. Maduro se ha sostenido sobre las armas, ni qué decirlo, pero también por las mafias y los intereses crematísticos de algunos países.
Si bien la audaz acción del presidente encargado Juan Guaidó y del líder de Voluntad Popular Leopoldo López no culminó con el objetivo planteado de expulsar a Maduro de Miraflores ni logró un pronunciamiento contundente de miembros claves de la Fuerza Armada, algunas heridas se abrieron en la dictadura. Maduro tiene una flecha incrustada. Se mostró como un cobarde, se escondió por temor a que lo tumbaran o atentaran contra su vida. A los militares eso les desagrada. Y ya en ese sector las cosas no andan muy bien con él, al contrario. Es cierto que durante el pasado 30 de abril las guarniciones no mostraron fracturas evidentes ni se le pararon firme a Guaidó, pero tampoco hubo entusiasmo por apoyar a su presunto Comandante en Jefe. Los miembros del alto mando militar estaban más pendientes de cuidar su trasero. Y ese día, el gobierno interino se los tocó.
En contraste, Juan Guaidó y Leopoldo López exudaron coraje. Y miles de venezolanos salieron a las calles a apoyarlos. En cambio en Miraflores no llegaban a 300.
En esas circunstancias a Maduro se le activó la paranoia. Desapareció públicamente durante 17 horas (aunque la cadena la grabó por lo menos tres horas antes). Durante ese tiempo, las noticias que manejaba no eran alentadoras. Su amigo entrañable y presidente del TSJ Maikel Moreno, su Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López y sus hombres de inteligencia política y de contrainteligencia, podían haberlo traicionado. De hecho, aún hoy no está seguro de nadie. En ese cuadro, el dictador entró en crisis. Sigue sin poder entender qué sucedió con la estructura confiable de los cubanos. ¿Qué le ocurrió al macabro mecanismo de control ordenado por los Castro? ¿Quién burló tan férreo sistema de espionaje? ¿Es un complot interno en su contra? ¿O acaso los cubanos ya no lo quieren más?
En la espera del desenlace de la rebelión, dos personajes aguardaban. Uno, Diosdado Cabello que se frota las manos con cada herida del dictador y que en estas situaciones prefiere acercarse a las masas y funcionar como un agitador. Ahora, Nicolás vuelve a necesitarlo y le devuelve el poder de controlar el Sebin con el siniestro Gustavo González López. El sujeto de las torturas, del asesinato del concejal Albán, el que extorsiona y graba a los presos para el disfrute de sus amigos vouyeristas. ¿Acaso la reactivación de la sanguinaria represión está siendo dirigida por Diosdado y su amigo? Diosdado aspira retomar nuevos negocios y mayor injerencia en la FANB. Sin embargo tiene que convivir con el segundo personaje, Vladimir Padrino López quien ha logrado asegurarse el control militar en el ministerio de la Defensa. También es llamado el hombre de Rusia y desde el 30A se sabe que ha conversado con Estados Unidos. No es la primera vez que Padrino coquetea con la oposición. Es más, podría decirse que ha alentado la buena comunicación con el adversario, al que ha prometido resultados. El principal: convencer a Maduro de que renuncie.
Padrino tiene aspiraciones. Siente que se ha ganado su propio espacio y puede soñar con ser el hombre de la transición. Le dicen “el hombre de Rusia”. Conocidos son sus frecuentes viajes a Moscú y su amistad con su colega de Defensa. Su punto débil es lo que con astucia ha venido manejando como virtud. Padrino es un traidor y ya eso quedó claro para varios.
El 30A también dejó en evidencia la falta de cohesión entre la élite del régimen. La dictadura siempre se aprovechó de la desarticulación de las fuerzas opositoras, pero ahora la situación ha cambiado. Hay una estrategia y un líder.
La injerencia de Rusia en el caso venezolano ha sido denunciada tenazmente por Estados Unidos. Aseguran que Maduro estaba convencido de irse a La Habana el 30A y que fue persuadido por los rusos para que se quedara. Ya antes, representantes diplomáticos de ese país habían comentado en reuniones privadas que la situación de Venezuela se resolvería entre China, Estados Unidos y ellos. Quién sabe si hasta los chinos salen del juego.
¿Están los rusos presionando para un escenario de negociación? ¿Los americanos se van inclinando por esa alternativa?
Para esta situación debemos prepararnos. Nuestro liderazgo debe crecerse en un proceso histórico cuyo resultado tiene que garantizar la libertad y el bienestar de los venezolanos.