Cualquiera preferiría desmentir la información de la tragedia inevitable. Venezuela está entre los países menos capacitados para enfrentar una pandemia de coronavirus. La dictadura se ha amparado estos años en la remota posibilidad de que algo así sucediera. Pero ocurrió. Los chinos estornudaron el COVID-19 y el mundo se contagió.
No voy a hablar de estadísticas que cambian por minuto. Prefiero referirme a lo que tendremos que enfrentar los venezolanos. Las señales no son las mejores. La peor circunstancia para enfrentar esta pandemia es que Maduro esté en Miraflores, un ser que ha demostrado desprecio por la vida de los venezolanos que se jacta de su ignorancia y presume de su poder. Ya comentamos sobre la superficialidad con la que manejó las primeras noticias del hecho, atribuyendo a una conspiración del imperio la aparición del virus para luego inventar que Cuba tenía la cura. El desastre de su verborrea sería menos grave si para los efectos del cargo que se niega a desocupar tomara unas mínimas acciones con responsabilidad para proteger la salud de los ciudadanos. Queda claro que mientras Maduro hablaba estupideces se perdió un tiempo que habría servido para salvar muchas vidas.
Ante la amenaza inminente convirtió a Venezuela en una prisión tomada por los militares. ¿Por qué lo hizo? Es una acción repetida. Cada vez que por cualquier hecho se siente peligro, corre a buscar a Padrino López y se refugia en el bunker de Fuerte Tiuna. Esta decisión le brindó además cierto alivio temporal para frenar la casi inevitable explosión social. Maduro encontró en la pandemia la excusa para detener la movilización de transporte terrestre lo que le permite ahorrar el combustible que está a punto de agotarse, sin perspectivas cercanas de solución.
Esta decisión tendrá consecuencias. Maduro pensó que, con la FANB en las calles, se frenaría la pandemia. Como si el virus les tuviese miedo a los fusiles. Y así, los miembros de la Fuerza Armada salieron a perseguir a sospechosos de estar contagiados. Ocurrió lo de siempre: convirtieron a los vecinos en delatores y a los pobres soldados en factores de contagio al salir sin ninguna protección.
Un punto destacable es que en los operativos ya sacaron al FAES en las mismas condiciones. Cuidado y si por cosas del destino el coronavirus hace a ese grupo de extermino lo que la justicia ordinaria aún no. Los miembros de esa fuerza han salido a patrullar zonas humildes de Caracas.
Lo visto de la actuación de la FANB debe sumar una nueva insignia a colocar en la presilla del hombro de Padrino López por su complicidad que permitió una catástrofe humanitaria. Situación de la que Maduro es el primer responsable.
¡Qué decir de las condiciones asistenciales para afrontar al COVID-19! Hasta hace nada, no había kits de prueba para detectar el coronavirus. Y desde ya, especialistas indican que los enviados por China no son suficientes.
Si bien el coronavirus está haciendo desastres hasta en los países mejor preparados, la irresponsabilidad de Maduro no tiene perdón de Dios. Ni una medida preventiva se tomó cuando hace dos meses se alertó del peligro de la pandemia. Nada se programó para el tratamiento de emergencia de la población afectada. Emergencia que agrava aún más la dramática realidad de los hospitales del país que desde hace años vienen denunciando los médicos y demás trabajadores de la salud. ¿Y ante eso, qué hace la dictadura? Agrede, amenaza y mete presos a los galenos.
Cuando Maduro, asustado ante el coronavirus, ordenó que se hicieran las primeras reuniones para conocer la evaluación asistencial del país, fue que algunos tuvieron conciencia de que en toda Venezuela solo hay activas 73 camas con sus respiradores para pacientes de cuidados intensivos. Y en el país no solo hay enfermos por COVID-19.
En lo que ha sido usual, han mentido con las cifras. Destaca la evidente contradicción entre los voceros oficiales. No sabemos cuántos contagiados hay en Venezuela. Por eso, sin dudarlo, el mejor consejo a acatar es la higiene lavándose las manos con mucha frecuencia y quedarse encerrados en sus casas.
Como la orden del régimen es el secretismo, los periodistas son perseguidos, les impiden hacer su trabajo, les decomisan los materiales y hasta los han detenido. Registrar un caso de coronavirus es considerado por la dictadura, delito.
Es necesario destacar la detección de COVID-19 en el Helicoide lo que potencia el sufrimiento de presos y sus familiares. Pedir un gesto de piedad a una dictadura es inútil.
Lo pavoroso es la certeza de que es una tragedia que apenas comienza. La imposibilidad de transportar alimentos, la falta de agua, van a llevar a un estado de desesperación. Dios ampare a Venezuela.