No es difícil de comprender por qué, para un país que ha retrocedido en algunas áreas casi un siglo, el cese de las operaciones de DirecTV en Venezuela puede representar un punto de quiebre emocional. Nuestras madres y tías se han acompañado en estos años de deterioro de vida con programas de televisión producidos en el exterior que las trasladaban a otro tiempo, aquel de libertades, de prosperidad, aferradas al recuerdo de lo que alguna vez fue un territorio de ensueño sobre el que nadie imaginó que la gente moriría de hambre, sin servicios públicos, sin gasolina y ahora sin esa pequeña pantalla que resultaba tan amable y conveniente para escapar de la dura realidad.
Se ha consumado otro zarpazo de la dictadura que, para defender a uno de sus miembros –Raúl Gorrín–, ha expelido del país a la plataforma televisiva DirecTV.
Gorrín, sancionado en 2019 por el Departamento del Tesoro por formar parte de una estructura de corrupción y lavado de dinero, había logrado seguir operando bajo el servicio de AT&T, propietaria de DirecTV, a pesar de la clara advertencia de Estados Unidos: no se puede hacer negocios con narcotraficantes y terroristas.
Pero era ineludible. En enero de este año comenzó el tiempo de descuento para finiquitar el contrato, así que AT&T anunció a Conatel que cesaría su relación con Globovision y PDVSA TV. Entonces el régimen indignado expulsó a la empresa que durante los últimos años había alimentado la oferta televisiva de millones de hogares venezolanos. La sentencia de la dictadura fue descarada: si Globovision queda fuera, los venezolanos no verán ningún otro canal. Primitivismo absoluto.
El asunto ensombrece a la población sin distingo de militancia política o clase social. Solo la élite de la dictadura, la que tiene plantas eléctricas, pozos privados de agua, suministros particulares de combustible y muchos dólares para apiparse, no se da por enterada del sufrimiento de la gente. Y si lo hace, lo disfruta, se burla.
Limpiando el análisis de pasiones y evadiendo la tristeza de nuestros viejos y niños encerrados en sus casas, secuestrados por la dictadura primero y después por el coronavirus, debemos considerar que a pesar de que esta situación deja a millones de ciudadanos sin entretenimiento, también disminuye el volumen de la mentira repetida a través de los medios de comunicación. Porque casi todo el contenido de información y opinión de los canales de televisión venezolanos resultaba despreciable. Se imponía el yugo oficial, el bombardeo de mentiras y los hechos manipulados, por un lado, y el silencio cómplice por el otro. En ambos, la verdad estaba ausente.
Luego de la decisión, el rostro de algunos miembros del régimen se fue transformando de aparente desenfado a cara de preocupación. Y es que desde hace mucho el chavismo hace política a través de la televisión. Ningún jefe de la dictadura se atreve a salir a la calle. Sin TV, no hay cadena presidencial posible. Es público: la cifra de usuarios que se conectan en Youtube cuando habla a Maduro, no llega ni a 400. ¿Por qué medio va a expresar su hemorragia de mentiras Jorge Rodríguez? ¿En qué canal podrá Delcy manifestar su desprecio hacia los venezolanos? ¿Y Diosdado? ¡Ese hombre va a morir cuando su tropa diga que no tiene manera de verlo!
DirecTV fue la plataforma televisiva más grande del país. Su salida del mercado dejaría por lo menos a 7 millones de usuarios sin el servicio de quienes consumían la programación de canales extranjeros que poco dan seguimiento a la realidad venezolana y de canales locales a merced de la maquinaria propagandística oficialista que atestaba de mentiras, agredía, amenazaba, humillaba a sus adversarios con una narrativa de ataques, imposibles de responder.
Así que al régimen se le complica su hegemonía comunicacional. Al Venezuela padecer uno de los peores servicios de internet del mundo, informar es más complicado.
La empresa DirecTV tenía como usuarios a miles de familias de sectores populares de barrios humildes en Caracas y la provincia. ¿Error de cálculo? ¿Ataque de petulancia? La lealtad de Maduro con su socio Gorrín puede resultarle costosa.
¿Por qué vía impondrá la dictadura ahora sus mentiras? Aunque hay otras empresas de datos cuya cartera de clientes con seguridad se disparará, las condiciones no se presentan favorables para que los usuarios de DirecTV emigren.
Entretanto, toca a los venezolanos resistir en las redes. No se debe ceder terreno. Hay que ocupar este vacío. Con muchas y buena información. Con la verdad. Sin distracciones y con eficiencia.