Se cayó la táctica del régimen que pretendía descalificar a los miembros de la Misión de Determinación de Hechos y al informe de expertos independientes de las Naciones Unidas. Todo lo que hicieron los representantes de la dictadura, incluyendo los de la Fiscalía, ha quedado desmontado con esta renovación de la Misión de Derechos Humanos. El Consejo de DDHH no solo ratificó el informe de la Comisión, también destacó su preocupación por los crímenes de lesa humanidad señalados, de los que Nicolás Maduro resalta como el responsable.
La derrota para el excanciller Maduro fue entregada con valores agregados como el voto de Argentina que en su bipolar relación con Venezuela se plantó en no retratarse con un mandatario que tiene las manos manchadas de sangre.
El informe se aprobó con el voto a favor de 22 países, tres más que en la resolución previa del año pasado. 22 se abstuvieron y solo tres, incluyendo a Venezuela, estuvieron en contra. Tradicionales aliados del régimen no se dejaron llevar por esa posición y prefirieron abstenerse.
Nadie compró la narrativa de Maduro quien tiene un paso menos que dar para llegar al tribunal penal internacional. La ONU ha dado el espaldarazo a un documento que sustenta los argumentos que lo involucran en crímenes de lesa humanidad.
Este informe hay que cuidarlo como una sentencia. A la difusión de su contenido hay que subirle el volumen, morderlo como lo haría un perro de caza. Argentina lo sabe muy bien. Bastante que los kirchneristas cargaron los expedientes que documentaban los crímenes del régimen militar y que les sirvieron para depositar en las mazmorras los cuerpos de los responsables, algunos ya nonagenarios.
Los expertos de la ONU seguirán investigando las cuatro situaciones detectadas: detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzosas y torturas. Y agregan un quinto delito: la violencia de género, lo que incluye abuso sexual. Además de aprobarse la ampliación de tiempo y facultades, a la Misión se le otorgó credibilidad en la determinación de los hechos y muy concretamente le exige al régimen que le dé entrada y le facilite el trabajo a la Misión de Determinación de Hechos, porque de lo contrario se nombrará una comisión de investigación con una labor más contundente todavía.
La resolución también pide que los informes sean discutidos no solo en el Consejo de DDHH sino en el resto de los cuerpos de las Naciones Unidas que, por lo tanto, eleve seriedad a este tema.
Es un escenario adverso para un proceso electoral en el que la comunidad internacional ha advertido que no reconocerá los resultados porque lo que se planifica consumar el 6D es un fraude. Sin embargo, la dictadura se niega a ceder. Arremete y se aferra a sus aliados con desesperación. Por eso no fue casual que un rato después de la votación de la ONU que apuntó el dedo acusador a Maduro, el régimen levantara su mano para votar contra la resolución que permite el ingreso de organizaciones humanitarias en Siria.
Fue obvio que países aliados de la dictadura no quisieron o no pudieron activarse en el escenario de la ONU. Pero eso no quiere decir que se hayan quedado tranquilos, en especial el alto representante de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell. Sus gestiones a través de enviados y sus declaraciones, han puesto de manifiesto su interés por la estabilidad de Nicolás Maduro en el poder. En activa colaboración con Maduro, Borrell ha elevado de nivel a la oposición fabricada por el régimen, los alacranes, y ha incorporado a Henrique Capriles que ya no oculta su posición de ataque contra el gobierno interino. De hecho, Jorge Arreaza precisó recientemente que Capriles se había reunido en dos oportunidades a principios de este año con Nicolás Maduro y que con mucha frecuencia lo hacía con Jorge Rodríguez. En todo ese proceso Capriles anunció su decisión de participar en las elecciones parlamentarias, solo que algo le falló que lo obligó a echarse para atrás.
Podría decirse que estos días previos antes del 6D son complicados para todos los protagonistas del escenario político. No la tiene fácil Maduro para que la gente salga a votar con el malestar creciente en todo el país. Decenas de protestas diarias se multiplican y parecen indetenibles. Pero tampoco la tiene fácil Juan Guaidó, quien replica al fraude con una consulta popular que aún no logra emocionar a un país doblado por lo maltratos. Aunque la gente está en pie de lucha. Allí está la clave.