04 Feb
Conspiraciones entre brebajes
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En el escenario de superchería de Nicolás Maduro confluyen las acusaciones de conspiración y la cura del Coronavirus. Una mezcla que se presenta como cucarachas alborozadas en su cabeza. Los detalles forman parte de la narrativa cubana que ha tenido en el dictador venezolano un alumno aplicado que se siente cómodo mintiendo con desparpajo.

El pasado 22 de enero en la apertura del año judicial, Nicolás Maduro anunció exultante haber derrotado “la conspiración trumpista y colombiana” por lo que celebró haber demolido la pretensión de instalar un Estado paralelo con autoridades írritas.

Apenas 24 horas después, Maduro volvió al ritornelo de la conspiración repetido rutinariamente, pero con unos elementos merecedores de destacar para el análisis. El dictador, en pose intimidatoria, habló a los suyos. “Cuidado con los divisionistas, lo advierto por primera vez”. Amenazó con ventilar la verdad de aquellos que han estado en conversaciones con representantes de Estados Unidos. Ese “puñado de divisionistas” estarían dejándose llevar, según él, por el imperialismo norteamericano. Hay que admitir que, en este caso, parte de los hechos son ciertos.

Si bien el régimen de Maduro se explaya cómodo sobre las debilidades opositoras, su desgaste interno se ha incrementado en evidentes choques por el control del poder (entiéndase los negocios). La colocación estratégica de diputados en la Asamblea Nacional oficialista producto del fraude del 6 de diciembre, destacó cuáles son las fichas con las que Maduro piensa jugar en los próximos tiempos cuando apunta a ganarse la confianza de la comunidad internacional a través de un nuevo teatro de diálogo y poder así caminar cómodo en busca de legitimidad con la oferta de elecciones regionales. Su objetivo de atomizar a la oposición no cesará y su proyecto de afincarse en el poder sobre sus pivotes de confianza lo sellan Cilia, su heredero Nicolasito, Tareck El Aissami y los hermanos Rodríguez.

En ese cuadro, dos personajes quedarían claramente relegados: Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López. El primero lo ha vivido de manera inevitable. Reduciendo su orgullo a su intimidad, aparenta resignación y hasta contentura porque le entreguen como premio de consolación ser vocero de una sesión especial de uno de sus actos. Sin embargo, aunque tardíamente, Diosdado ha decidido no dejarse matar tan fácilmente. Algunos lo acompañan en sus sentimientos. Pedro Carreño, Alexis Rodríguez Cabello, Francisco Ameliach, Marleny Contreras, Gerardo Márquez, Manuel Quevedo, Antonio Benavides Torres, Gladys Requena, son parte de quienes abrazan su causa y su hartazgo del madurismo. A ellos se dirigió Maduro.

En cuanto a Vladimir Padrino López, su despedida estaría cerca. El general Iván Hernández Dala, Director de Contrainteligencia Militar, ha avanzado en su propuesta de que tanto Padrino López como Remigio Ceballos sean relevados definitivamente del Ministerio de la Defensa y del Comando Estratégico de Operaciones de la FANB a partir de julio de este año. La promoción de Diosdado Cabello quedaría neutralizada y Hernández Dala, en su cálculo personal, sería el nuevo titular de Defensa.

Los cubanos, siempre con el control, son partidarios de sofocar a los agitados que sin permiso están hablando con los americanos. Aunque nada está decidido. Por lo pronto Maduro hace amagos.

Entretanto el plan es bajarle el volumen al escándalo, no exhibir las debilidades internas.

Y es aquí donde se retoma la narrativa de la superchería chavista. Apelar a asuntos sobrenaturales suele funcionar y más aún con tantos bots en las redes sociales. Bueno, la gente también pone lo suyo. Entonces aparecieron las gotitas milagrosas curadoras de la Covid19. Ya en marzo 2020, Maduro había recomendado un brebaje natural de un falso médico que aseguraba que el Coronavirus podía superarse con un remedio natural a base de malhojillo, jengibre, saúco, pimienta negra, limones amarillos y miel.

El tema del brebaje pareció olvidado hasta octubre cuando Maduro anunció que habían aislado una molécula que confrontada con el virus lo anulaba 100 por ciento. Un mes después la fórmula había mutado en manzanilla y otras plantas.

Pero ahora el descaro fue mayor. Maduro anunció el descubrimiento de Cervativir, unas gotas milagrosas que dice que neutralizan el Coronavirus. Hasta le colocó la autoría al doctor José Gregorio Hernández, médico en camino de la santificación, venerado por millones de venezolanos.

Tres días después algo le falló. Admitió que las gotitas no son tan efectivas. Y no ha vuelto a hablar de conspiración. Lo hará cuando los cubanos le digan.