Hay una indignación acumulada en el espíritu del venezolano. El cinismo descarado, la impunidad de los delitos cometidos por el chavismo, la complacencia en el manejo del poder como instrumento para doblegar a quien le salga en gana es parte de una cotidianidad que aumenta el sufrimiento y arroja millones de cuerpos al hueco de la desesperanza.
Pero la justicia tiene que llegar. Y aun cuando fue desalentador ver el pasado 22 de febrero a Nicolás Maduro burlándose una vez más del Consejo de Derechos Humanos de la ONU presentándose como un inocente pajarito, profesionales de la justicia, entretanto, hacen el trabajo de hormiga sin parar de documentar la estadística sanguinaria de la dictadura.
El resultado de la investigación y supervisión del régimen no ha cesado por parte de la Misión de Determinación de los Hechos (FFM) de la ONU, lo que ha permitido engrosar ese expediente que tiene un destino inevitable: la Corte Penal Internacional. En la actualización de nuevos hechos, este miércoles se llevó a cabo un diálogo interactivo en el que se presentaron nuevos indicios que comprometen al dictador y sus adláteres.
Cada vez que la criminalidad del régimen se hace evidente, la mayoría democrática de la comunidad internacional reacciona con estupor. Casi nadie quiere retratarse con un dictador complacido en sus manos manchadas de sangre.
Las sólidas evidencias acumuladas por la Misión de Determinación de los Hechos, ratifica que el único camino posible para detener la impunidad de persecuciones, detenciones, matanzas y torturas en Venezuela es la actuación de la Corte Penal Internacional.
La FFM reiteró que los patrones represivos y los crímenes de lesa humanidad continúan. La larga lista de ejecuciones sin que los responsables respondan ante una justicia -que no existe en nuestro país- no hace más que crecer. Caso destacable la matanza en La Vega llevada a cabo por la FAES entre el 7 y el 9 enero pasado “Según fuentes policiales se desplegaron 650 agentes en la operación”. La impunidad ha llevado a que las denuncias no hayan detenido las ejecuciones: “Las fuerzas del régimen han asesinado a más de 200 personas en presuntas ejecuciones extrajudiciales en lo que va de año”.
El concepto de enemigo interno para perseguir a disidentes políticos fue destacado por Marta Valiñas quien preside la Misión: “Estamos preocupados por lo que parece ser una tendencia creciente: la persecución de personas y organizaciones no gubernamentales dedicadas a labores humanitarias y de derechos humanos”. Recordemos allanamientos y detenciones recientes como la de cinco miembros de “Azul Positivo” que durante un mes estuvieron detenidos en instalaciones militares.
Agresiones implacables en tiempo de pandemia contra trabajadores del sector salud solo por atreverse a revelar el abandono de los centros asistenciales, fueron percibidas con la gravedad debida. También fue resaltada la muerte del indígena pemón Salvador Franco a quien se le impidió atención médica.
Y de manera inevitable la detención del periodista Roland Carreño y la reciente del diputado Gilberto Sojo, así como el juicio irregular que se le sigue al parlamentario Juan Requesens, continúan siendo agresiones preocupantes.
No dejaron de impactar las intervenciones de los representantes de distintos países que casi al unísono expresaron su condena a las violaciones flagrantes de los derechos humanos y las evidencias de que en Venezuela se han cometido crímenes de lesa humanidad.
Marta Valiñas reiteró la imperiosa necesidad de que a la Misión le permitan ingresar a Venezuela a evaluar la situación referida, consolidada en el expediente gracias a informes técnicos, así como testimonios -muchos de funcionarios públicos- que de manera anónima han contribuido en la reconstrucción de la realidad.
No deja de sorprender cómo el régimen se sigue comportando con la soberbia de quien se siente en total impunidad. Es así como en esta reunión digital con la Misión de Determinación de los Hechos, el representante del régimen volvió a pretender descalificar a la Misión “circo mediático” y despreciando su contenido.
Pero, aunque la dictadura se esfuerza por mostrar indiferencia, sin duda el tema los afecta. Les duele y enfurece. Y esa aparente despreocupación va en paralelo a un duro lobby ante organismos y gobiernos internacionales para intentar cambiar el desprecio por aceptación.
Hasta ahora, no les ha ido como esperaban. Algunos prometieron a la dictadura que el levantamiento de las sanciones por parte de Estados Unidos era pan comido. Y miren ustedes que, hasta ahora, no, que no que no.