Apenas ha transcurrido un mes del día en que el jefe de Redi Los Andes, general Ovidio Delgado Ramírez, amenazó con atacar objetivos estratégicos en Cúcuta, San Andrés y Bogotá, cuando la FANB ha exhibido un fracaso penoso -con saldo aún impreciso de heridos y dos muertos- en un intento de aplastar a un grupo disidente de las FARC en el estado Apure. La operación no solo fue un fracaso si no que además ha abierto una peligrosa herida, un conflicto armado que puede llegar a mediana intensidad afectando dramáticamente a la población civil: hasta ahora se calculan en tres mil los desplazados, con decenas de viviendas saqueadas y solicitud de pagos para liberación de detenidos.
El plan de ataque, coordinado al más alto nivel militar, incorporó a efectivos del Ejército, la Aviación, la GNB, la FAES y hasta fuerzas policiales de la zona que en su actuación dejaron en evidencia graves debilidades estratégicas y de ejecución. El despliegue solo sirvió para desenmascarar al régimen como claro aliado de la Segunda Marquetalia -alias Iván Márquez y alias Jesús Santrich- a quienes el grupo que iba a ser atacado se le ha puesto rebelde.
La información del operativo fue conocida de antemano por Gentil Duarte, ansiada presa disidente, quien escapó un día antes -obviamente hubo delación- dejando un equipo que le cubrió la retaguardia. Las diferencias de Gentil Duarte con Márquez y Santrich son absolutamente crematísticas. Dicho en dos platos: Santrich quiere el dinero -que es mucho- que pagan los carteles mexicanos en Apure para la protección y el traslado de cargamentos de cocaína. Y Duarte se negó. El problema fue llevado a la instancia correspondiente de la corporación criminal, es decir Miraflores, y la solución se manejó con la naturalidad con la que operan esas organizaciones con el régimen. La orden presidencial fue que la FANB acabara con los disidentes y eliminar así la posibilidad de que les empastelen el negocio de la droga.
Pero todo les salió mal. Mejor dicho, todo lo hicieron mal, dejando en evidencia las carencias de la FANB y la poca capacitación de sus miembros, empezando por el propio ministro de la Defensa Vladimir Padrino López.
El esfuerzo es ahora por ocultar la verdad, pero es difícil silenciar tantos errores. Está además la peligrosa circunstancia de que los guerrilleros comenzaron a atacar en clara demostración de fuerza.
La población civil que ha sido herida, perseguida y apresada sufre las consecuencias mientras el grupo guerrillero asegura que, de su lado ni un muerto, ni un herido, ni un detenido. El pueblo está huyendo despavorido. Es gente que vive en un territorio donde lo ilícito es el modus vivendi y que probablemente recibe más de los grupos irregulares que del gobierno. Aunque la realidad es que la narcoguerrilla es parte del gobierno porque sus miembros han expandido su poder controlando operaciones de tráfico de drogas, extorsión, contrabando y minería. Esto por supuesto con la absoluta anuencia de Nicolás Maduro, solo que los guerrilleros también se pelean entre ellos.
Por su parte la FANB se ha debilitado. Su operatividad está por debajo de 40% ante la gran cantidad de plazas vacantes. Y la élite de la institución se ha entregado al delito sin pudor. El ataque a los disidentes de las FARC parecía una oportunidad de mostrar la supuesta potencia militar de la que tanto alardea Padrino López en las redes sociales.
Primero enviaron equipos de contrainteligencia a la zona para establecer los llamados puntos de verificación, pero los personajes encubiertos fueron muy evidentes, así que todo el pueblo de La Victoria en Apure se enteró de que algo venía. El sábado 20, día anterior al ataque, dos aviones K8 sobrevolaron el territorio y marcaron donde iban a disparar. Estos aviones tienen ametralladoras con un cañón de 23 mm y también tienen capacidad para lanzar cohetes no guiados de 57mm.
El domingo, día del ataque, el equipo terrestre se colocó en los blancos destinados para los rebeldes y fueron atacados por sus compañeros. También civiles recibieron disparos. Por alguna razón desconocida el CEOFANB no informó correctamente sobre las zonas marcadas. Aseguran que faltó coordinación. Después hubo discusiones, pero ya era tarde.
En cuanto a las minas antipersonas, la guerrilla suele apelar a ellas, -situación aterradora para la población- sin embargo, fuentes que vieron los cuerpos de los cadáveres y las heridas de los lesionados señalan que no presentan señales características de una explosión.
Aún se evalúan los daños colaterales. Se ha intensificado la búsqueda de Gentil Duarte y su grupo que se calcula entre 45 y 60 hombres. Se decidió trasladar un equipo de diez hombres rusos expertos en inteligencia electrónica para controlar las comunicaciones. Activaron también unidades de drones. En paralelo, la Segunda Marquetalia presiona a fondo para que liquiden a los rebeldes. Santrich es un hombre a quien el régimen trata con mucha deferencia, tanto, que tiene la autorización de Maduro para depositar con frecuencia miles de dólares en bancos del Estado.
La proyección de este conflicto oscurece la ya pesada realidad del venezolano. Maduro no solo ha convertido a Venezuela en territorio del crimen. Ahora lo ofrece como campo de batalla colocando de la vida de civiles en peligro.