06 May
Abandonados a merced del enemigo
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“¿Cómo vas a dejar morir a tu tropa en tu propio territorio?” reclama en desahogo uno de los miembros sobrevivientes de los comandos especiales que fueron emboscados por la gerrilla disidente de la FARC el pasado 23 de abril en La Victoria, Apure, frontera con Colombia. La pregunta rebota en las paredes de los cuarteles, en los campos de entrenamiento, los comedores, los cuartos. El asunto es aún más dramático porque después del abandono en medio del cual varios fallecieron producto de graves heridas, los derrotados tuvieron que negociar con el verdugo la entrega de sus muertos. Y otra pregunta se suma a lo planteado. Fue invocada por Javier Tarazona, director de Fundaredes: “¿Por qué los guerrilleros del Frente Bolivariano de Liberación son los que controlan el ingreso de lanchas a la población limítrofe de La Victoria?”. La respuesta: 150 toneladas de droga ingresan cada año por el río Arauca y luego a través de los afluentes del río Apure siguen hasta llegar a La Victoria, Achaguas, Amparo, El Orza, San Felipe, poblaciones anfitrionas de 170 pistas de aterrizaje desde donde parte la cocaína a distintas regiones del mundo. Imposible que el régimen ignore esa operación. De hecho, los desgraciados sucesos tienen que ver con la disputa por esta codiciada ruta de narcotráfico, donde hay armas y mucho, muchísimo dinero que el régimen pretende recuperar en beneficio de sus aliados de la Segunda Marquetalia, Iván Márquez y Jesús Santrich. En síntesis, la FANB está siendo utilizada en una disputa entre carteles colombianos.

En varios audios los familiares de efectivos comparten información de esta última tragedia: “La vegetación era tan candela que había que irse desprendiendo de objetos pesados. Tuvieron que meterse en el agua y ahí todo se les caía, dejaban riñoneras, chalecos, cascos, de repente encontraban a un compañero muerto y le quitaban el fusil que después botaban hasta que conseguían otro y así iban. En el ataque por tierra iban avanzando en grupos de cuatro o cinco, adelantaba uno y los otros venían atrás y de pronto al primero ya le habían volado la cabeza. Nadie sabía de donde venía el disparo. El francotirador estaba esperándolos. Ellos seguían hacia otro punto y encontraban otro herido, y así, encontraban otro más allá y otro por allá muerto con puros tiros certeros en la nariz, en los pómulos… Al comandante Beomontt (Jean Carlos Beomontt jefe de la operación) le dieron varios tiros en las piernas, por allá lo dejaron. Ellos tenían nuestras coordenadas. Indicaban a través de la radio, derecha, izquierda y por ahí se metían hasta que nuestros muchachos se dieron cuenta de que les tenían pinchados los radios y tuvieron que botarlos. Una maldita locura. En el repliegue se fueron pegando. Había grupos de heridos. Muchos dijeron no puedo seguir, dale tú. Se morían ahí. Había otros que estaban agonizando, decían los nombres de los hijos. Para salir de allí vieron una finca y aparecieron unos guerrilleros; tuvieron que replegarse. Llegaron a otra finca, secuestraron a un loco, le agarraron un caballo y el loco los guio a otra finca más donde había un carro, ahí secuestraron a la gente de esa finca y fueron los que los dejaron en La Victoria donde los apoyó el Conas. Así fue como lograron salir. Tuvieron hora y media caminando detrás del caballo para poder llegar a la otra finca y hora y media en carro para después sentirse salvados…”

Doce cadáveres de efectivos venezolanos fueron entregados por la disidencia de la FARC. En un video filtrado por las redes, uno de los guerrilleros adelanta el número de caídos: “son como doce” mientras dirige a los campesinos atemorizados sobre cómo tienen que cargar los muertos y lanzarlos en un camión. “Pudiendo hacer las cosas de buena manera … tiene que llegar a esta situación”, comenta uno de los victimarios en un mensaje dirigido a Maduro.

La crítica contra el alto mando de la FANB es casi unánime: “lanzaron a esos muchachos a los leones y después los dejaron a merced del enemigo” dicen víctimas, testigos y expertos. Algunos sospechan de delación a alto nivel por las relaciones obvias del generalato con Gentil Duarte cabecilla de ese grupo de narcoguerrilleros disidentes de la FARC.

A la élite de la Fuerza Armada ni la crítica ni los muertos parecen importarle. Dan más valor a los planes del espectáculo previsto para el 24 de junio por la celebración de los 200 años de la Batalla de Carabobo. El objetivo es impactar con grandilocuencia. Como es usual, también ha servido para hacer negocio como el de la reparación de los tanques, asunto que ha remozado la vieja rencilla entre Diosdado Cabello y Padrino López.

Pero la verdad de esta parte de la tragedia venezolana parece empeñada en mostrarse. Como esa que revela que entre esa guerrilla disidente hay desertores de la FANB. Una guerra entre venezolanos. El sueño del chavismo.