La síntesis lapidaria de la realidad venezolana la publicó recientemente en un tuit el economista Pedro Palma luego de conocerse los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, Encovi, de la Universidad Católica Andrés Bello, levantada entre febrero y abril de este año: En 2021, 94,5% de la población estaba en situación de pobreza total y 76,6% en pobreza extrema. En el 2012 la pobreza estaba en 32,6% y la extrema en 9,3%. No hay otra manera de mesurar la destrucción del chavismo en nueve años. Y la pobreza no deja de crecer.
Horas después de hacerse público el estudio de Encovi, Nicolás Maduro y Cilia Flores apretaron el botón para hacer público el anuncio de la Navidad a través de un video en el que aludían a la “belleza de los adornos con los que habían decorado Miraflores”. Sin pudor mostraron el derroche de luces en el contexto de una nueva crisis de electricidad que ha dejado nuevamente sin servicio a un alto porcentaje del país. Eso no le importa a Maduro. Lo que sí le interesa a él y sus asesores extranjeros, es ejercer el control del relato para imponer la realidad que les conviene, falsa e interesada, ésa que muestran, una versión que tristemente la mayoría termina creyendo y asumiendo como propia.
La supuesta recuperación económica, la Venezuela de las calles bonitas y limpias, con inmensa y variada oferta de productos cual país rico, con los Ferraris, con los casinos y las fiestas en el Humboldt, con la versión de influencers edulcorando la crisis, comprados o amenazados por la inteligencia política, todo forma parte de un escenario elaborado para hacerle creer a millones de ciudadanos una ficción. Es una manipulación y el ocultamiento de la verdad.
Lo cierto es que en Venezuela se ha profundizado la desigualdad y la pobreza, tal como lo explicó en la presentación de la encuesta Encovi, Luis Pedro España, coordinador del proyecto sobre estudios de pobreza de la UCAB. “Pero el problema más grave es la producción. Si este país no produce, vamos a seguir siendo pobres. Y los cambios posibles no parecen estar a la luz. El desempleo abierto y desalentado (asociado a que no vale la pena trabajar por la escasa remuneración) alcanza 20% de la población, al que habría que añadirle 11% de subempleo visible (personas que trabajan menos de 15 horas). En síntesis, no hay donde trabajar.
El régimen ha llevado a Venezuela al territorio planificado por los cubanos respecto al control social para mantener a la población bajo su control, en una ruta distinta a la de las misiones sociales a las que ha abandonado concentrándose en bonificaciones y cajas CLAP. Esto explica que casi 80% tiene carnet de la patria. Más de la mitad de la población de 15 años ha recibido algún bono del régimen. El envío de remesas tiene también un peso importante.
Los números de Encovi llevan a plasmar una realidad tan dolorosa como inmensa. Por ejemplo, en el último año, 500 mil niños quedaron fuera del sistema escolar. Definitivamente se ha reducido el acceso a la educación inicial. Apenas 17% de la población de 18 a 24 años aún permanece dentro del sistema educativo. En los difíciles tiempos de la pandemia solo 35% utilizó las plataformas de aprendizaje o videos para la enseñanza en línea, la explicación es de
perogrullo: hay una muy baja disponibilidad de dispositivos y la conectividad es pésima para docentes y estudiantes.
Sin sorpresas, el estudio revela que la caída del consumo es alarmante.
Para las mujeres el registro es poco alentador según destaca el Centro de Justicia y Paz, Cepaz. Las mujeres venezolanas han quedado confinadas a las labores de cuidado, afectando su competitividad económica.
El cuadro de esta crisis refuerza las razones para la estampida de más de seis millones de venezolanos. Y toma más distancia la esperanza. “Las oportunidades no regresarán hasta que se estabilice la política y se recupere la institucionalidad del país”, opina Luis Pedro España.
El diagnóstico se muestra casi imposible de resolver, al menos en el corto plazo. Ya no es solo enfrentar un régimen que opera con el crimen organizado y países enemigos de los gobiernos democráticos. Además, ahora la complicación se ha desplegado hacia el territorio del liderazgo opositor que ahora, bajo el desgaste, los errores, viejas heridas y la equivocada manera de hacer política, han asomado cuchillos verbales que solo prometen tempestad.