Isabel Santos, jefa de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea se refirió a una mejoría en las elecciones regionales del pasado 21 de noviembre, aunque su mirada optimista la tuvo que presentar vía digital desde Europa porque el régimen no autorizó su viaje a Caracas al no renovarle las visas a los integrantes de la Misión.
Del informe de 88 páginas se desprende cierto optimismo que estimula la suspicacia y activa hacia la Misión la crítica objetiva. Refiere, por ejemplo, que Venezuela cuenta con “una administración electoral más equilibrada”. Se trata de un diagnóstico peculiar que evade la verdad: todavía no hay garantía de transparencia en unas elecciones en nuestro país. Tan es así que este nuevo y aplaudido Consejo Nacional Electoral continuó en los comicios del 21 de noviembre con la práctica de operar bajo las órdenes de Miraflores, ¿o qué fue lo que hicieron en Barinas al sabotear el triunfo de Freddy Superlano? La interferencia del Tribunal Supremo de Justicia y la Contraloría fue descarada. Un Consejo Nacional Electoral “más equilibrado” no habría cohonestado las tropelías en ese y otros estados.
Otra deficiencia que resalta en el documento es la manera como se describe la ausencia de libertad de información. El texto no refiere directamente a la censura, sino que plantea la perspectiva de la autocensura, una diferencia sutil pero importante. “Los medios optan por no proporcionar información para evitar problemas políticos”. ¿Acaso son los medios los culpables? En efecto la autocensura es cotidiana, sin embargo, esa realidad es consecuencia de la tenaza con la que el régimen presiona, amenaza y aplasta cualquier intención de transmitir la verdad. Fue así como en estas elecciones cerraron emisoras de radio y bloquearon decenas de portales informativos. La Misión ha optado por sugerir al régimen “promover la libertad de expresión”, el equilibrio en la cobertura de los medios de comunicación estatales y que abandone las políticas dirigidas a manipular la conversación pública en las redes sociales.
Un lenguaje muy diplomático sin ninguna duda.
En cualquier caso, hay que reconocer el esfuerzo de esta supervisión de observadores confiables a los que se les permitió trabajar en un proceso por primera vez en 15 años. Las 23 recomendaciones encierran verdades fundamentales como la imprescindible separación de los poderes públicos y con ello la autonomía del CNE. El caso de las inhabilitaciones pasa a ser alarmante.
Quedan para el registro las irregularidades detectadas por los 134 observadores. Irregularidades que, puestas así, resultan en la acumulada demostración de abuso de poder que sustenta el diagnóstico de que el proceso electoral padece de deficiencias estructurales e inseguridad jurídica que no es más que la deliberada interferencia del régimen en el proceso, el cual se expresa de variadas maneras que se hicieron evidentes una vez más el pasado 21 de noviembre. Destaca el uso de recursos del Estado, incluido el transporte público y la distribución de bienes y servicios.
Habría sido de mucha utilidad que la Misión hubiese sido más enfática para denunciar los abusos del Plan República que en momentos específicos ha demostrado interferir en el proceso. No se debe olvidar el secuestro de las actas decisivas para el triunfo de Superlano en Barinas. En la repetición de los comicios, los periodistas señalaron a los efectivos militares que se dedicaron a impedir la cobertura informativa. De hecho, el Colegio Nacional de Periodistas contabilizó 38 violaciones al ejercicio, con las que obstaculizaron el ingreso de los comunicadores a los centros de votación, junto a amenazas, hostigamientos y como ya es costumbre, la eliminación del contenido periodístico y el intento de decomisar los equipos.
El elemento militar también es utilizado para la coacción del votante. En el caso de Barinas fue impresionante el despliegue de efectivos de la Fuerza Armada. Por fortuna el pueblo salió con valentía a participar.
En el balance del trabajo de la Misión fuentes del oficialismo consideran que a Maduro no le salió mal la jugada de permitir la presencia de los observadores, hasta el extremo de darse el lujo de impedir a la Misión un nuevo ingreso con el que se hubiese evaluado el segundo proceso en Barinas.
La jefa de la Misión se despidió en twitter deseándole buena suerte a Venezuela. “Espero que este informe sirva para futuros procesos electorales y que los problemas detectados puedan ser corregidos”. Para Isabel Santos el tema electoral de nuestro país es materia vista y lo que suceda de ahora en adelante queda nuevamente en manos de los venezolanos.