Las palabras del exalcalde de San Cristóbal Daniel Ceballos, obviamente sumiso frente a su verdugo Nicolás Maduro, han herido al país que le creyó, lo apoyó, que acompañó a su familia en su lucha por recuperar la democracia y la libertad. Es Ceballos el que ahora como invitado a medios de comunicación del oficialismo, y a pesar de tener una vida limitada bajo medidas que le prohíben salir del país y lo obligan a presentarse cada mes en un tribunal sin la oportunidad de un juicio que le permita defenderse de los delitos que le imputan, quien al mismo tiempo y por contraste, alaba al régimen y desprecia al país opositor.
Daniel Ceballos, agricultor e ingeniero nacido en Mérida con sólidos vínculos en Táchira, fue suspendido y destituido de sus funciones como alcalde por el régimen de Maduro a raíz de las protestas en el 2014 y fue detenido el 19 de marzo de ese mismo año. Hasta finales del 2021 se presumía como un dirigente de oposición surgido de los estudiantes que en el 2007 irrumpieron con frescura para renovar el discurso político. Su ascenso como autoridad de la capital de Táchira lo logró con casi con 68% de los votos.
Daniel Ceballos confesó al equipo del blog “alternos” parte de su experiencia como preso político. Revive aún con dolor uno de los peores capítulos de su prisión cuando su cuerpo fue llevado en mayo del 2015 al Centro de Procesados 26 de julio en el estado Guárico: “Fue mi peor pesadilla; me raparon la cabeza con una máquina dañada que me hería arrancándome el cabello de raíz. Los funcionarios grabaron mientras me desnudaban al tiempo que el chorro de una manguera caía sobre mi cuerpo. Después me trasladaron a una celda de castigo que llamaban ´la suite´ donde estaba solo. Las celdas de la cárcel no tenían techos sino barrotes por donde caminaban los funcionarios con sus escopetas. Sentía caer arena de sus botas sobre mí. Recuerdo el sonido de esa cárcel. Gritos incesantes durante 24 horas como una jungla con cientos de araguatos. Permanecí durante 20 días en huelga de hambre en las condiciones más hostiles hasta que de allí me movieron”.
En esa batalla Ceballos no estuvo solo. Su esposa Patricia Gutiérrez, el partido donde militaba, Voluntad Popular, y el país activado en la calle, le dieron su apoyo. Imposible olvidar la imagen de Patricia empuñando en una de sus manos un apiñado mechón que contenía la totalidad de su larga cabellera mutilada en solidaridad con su esposo. Decenas de mujeres replicaron el gesto. Los hombres se raparon. Freddy Guevara, por ejemplo, lo hizo al tiempo que dirigía protestas en Caracas. La presión pública logró entonces el traslado de Ceballos al Helicoide del Sebin. Tres años después un motín dirigido por Ceballos en ese centro de reclusión empujó para abrir las rejas a una treintena de presos políticos, incluido él, quienes en la calle continuaron bajo un limbo jurídico que entre otras limitaciones les prohíbe dar declaraciones a medios y redes sociales… a menos que sea para hablar mal del gobierno interino y de un partido opositor, como ahora lo hace Ceballos.
Las pasadas elecciones regionales fueron un primer paso público con el que Ceballos asumió su activismo para disparar contra la unidad opositora. Lo hizo apoyando la candidatura de Claudio Fermín para la gobernación de Barinas. Patricia, además de madre de sus hijos también fue alcalde de San Cristóbal y reaccionó en un tuit: “lamento en lo más profundo de mi corazón las posturas públicas manifestadas por Daniel Ceballos. El sacrificio que en lo personal o familiar hemos hecho por Venezuela hace que no pueda entender ni compartir su posición”.
Queda claro que Daniel Ceballos es un rehén. Tal como argumentan los expertos, la tortura física o psicológica es una herramienta de coacción. Su objetivo es anular la identidad de la víctima. La consecuencia es un sujeto que queda vacío al haber sido sometido por un torturador que logra el control del cuerpo y de su voluntad. Algunos resisten tanto maltrato, otros no.
Poco ha quedado de aquel ya lejano Daniel Ceballos. El régimen ha construido otro Daniel Ceballos. Un hombre con problemas emocionales después de padecer severos sufrimientos, un ente activo para bombardear a la oposición como si fuera opositor. A diferencia de los alacranes conocidos hasta ahora, posiblemente todo su accionar sea pura obediencia a cambio de nada. Es un repetidor, concebido para un plan.
Daniel Ceballos es muy conveniente para los intereses de Maduro en su intento de engañar a la Corte Penal Internacional al mostrarle un preso político que reconoce su legitimidad y ataca a la oposición, en especial al partido de su génesis política, Voluntad Popular, del que ahora pretende apropiarse y del que también forma parte Juan Guaidó.
Daniel Ceballos es un hombre cuya alma noble fue amputada por sus torturadores.