23 Jun
El desmadre crónico opositor
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Asesores políticos supuestamente opositores han llegado a publicar en Twitter advertencias descaradas a Juan Guaidó para que no se exponga “a la violencia peligrosa que anda por las calles”. La amenaza fue continuación del atentado en Cojedes, el segundo en menos de una semana, y aún más violento porque los agresores llegaron a disparar a su vehículo.

La reacción de la Plataforma Unitaria fue bastante displicente. Sin pretender convertir estos hechos en el único tema de la agenda opositora, es un error descalificar o minimizar lo sucedido. Eso solo nos hace más débiles. Por contraste, la comunidad internacional valoró inmediatamente la gravedad de los atentados y su reacción fue contundente.

 

Confieso que estoy tentada a pensar que esta actitud del liderazgo no es específicamente contra Juan Guaidó sino que es parte del desmadre crónico que sufre la oposición.

Una oposición que se engancha con lo pequeño, que anda más ocupada del cotilleo interno que de los graves problemas que afectan al país y como consecuencia a la región.

Muestra clara es la indiferencia mostrada -salvo excepciones- ante el incidente con el avión venezolano en Argentina. Incidente que ya se transformó en juicio y en el que están involucrados cinco países y por el que un bien de nuestro país ha sido etiquetado como sospechoso de ser utilizado para el terrorismo.

La historia de los sucesos deja expuestas las oscuras operaciones conjuntas entre Venezuela e Irán, así como la pasiva complicidad de Argentina frente a ciertos eventos.

En realidad, todos los elementos de este caso son merecedores de sospecha.

El boing 747 está registrado a nombre de Emtrasur una empresa venezolana creada por decreto el 19 de noviembre de 2020. Recientemente un nuevo avión de pasajeros de esa misma empresa transportó influencers” a Porlamar y ahora viajó a Argentina. Primera sospecha.

El antecedente de la aeronave retenida remite a Ciudad del Este, Paraguay, entre el 13 y el 16 de mayo, donde 7 iraníes y 11 venezolanos cargaron 70 toneladas de cigarrillos trasladados a Aruba. ¿Una isla de 100 mil habitantes consume 70 toneladas de cigarrillos? Segunda sospecha. (Hay antecedentes de contrabando o lavado por parte de Hezbollah).

Esa operación no ha debido ocurrir. Por eso Paraguay ha tomado acciones judiciales y advirtió oportunamente a Argentina que se trataba de una aeronave cuya empresa propietaria tenía nexos con el terrorismo. Extrañamente Argentina hizo caso omiso de la observación y permitió el aterrizaje. Tercera sospecha.

El 6 de junio aterriza en Ezeiza una aeronave identificada previamente de Mahan Air que volaba como Conviasa ya que desde el 23 de enero de 2022 había sido traspasada a Venezuela donde fue bautizada como Luisa Cáceres de Arismendi. El vuelo salió del aeropuerto mexicano de Querétaro con carga de autopartes y según fuentes de ese país declararon solo dos tripulantes, piloto y copiloto. En Argentina aparecieron en total 19, de ellos 14 venezolanos y 5 iraníes. Cuarta sospecha.

El avión vacía su carga y dos días después intenta poner combustible, pero ninguna de las tres petroleras que presta servicio en el aeropuerto Ezeiza lo surten por temor a sanciones. Ya ha trascendido de qué trata el asunto. Después de tres inútiles ruegos, la tripulación venezolana-iraní tiene que suspender su salida hasta que decide ir a Uruguay con el poco combustible que les queda. Argentina no advirtió a ese país sobre la aeronave -quinta sospecha-, pero alguien emite la alerta -extraoficialmente se asegura que una agencia de Estados Unidos- y Uruguay no permite el ingreso del avión que se tiene que devolver.

Argentina ya no podía ocultar más el caso que llegó a tribunales. Avión inspeccionado, confiscados los pasaportes de la poblada tripulación, allanamientos que llevaron al juez Federico de Villena a retener la aeronave, ya oficialmente en proceso de investigación.

Elementos hay para un expediente. La tripulación la encabeza Gholamreza Ghasemi Abbas miembro de los Al Quds, Guardia Revolucionaria Iraní y director ejecutivo de la aerolínea Qeshm Fars Air utilizada para mover armas, fondos y equipamiento militar a Siria durante la guerra civil. Aterrador que ese personaje lidere la tripulación de un avión venezolano. Eso no es sospecha. Este es un hecho de altísima gravedad.

Por suerte los medios argentinos todavía informan y registran los pasos, por ejemplo, de la embajadora de Venezuela en ese país, Stella Lugo, quien como ministra de Turismo gestionó el acuerdo con Mahan Air para que la aeronave pasara a tener bandera venezolana a pesar de que desde 2011 esta aerolínea ya tenía sanciones de Estados Unidos por actividades terroristas. Otra sospecha.

Algunas debilidades del presidente de ese país Alberto Fernández tampoco deben tomarse como casuales. Habría que recordar los esfuerzos de él por sacar de la lista de terroristas a los autores del mayor ataque terrorista en Argentina ocurrido en 1994 contra la AMIA.

Falta espacio para la lista de elementos que apuntan a la siniestra comunión del régimen con el terrorismo. Es una escalada ascendente en su relación con el crimen organizado.

Por eso resulta escandaloso el silencio opositor.