Un video de 37 segundos aportó suficiente para representar buena parte de la desgracia venezolana: un hombre uniformado se dirige al chofer de un vehículo. Ambos son jóvenes. Están en la entrada de la alcabala principal, la número 3 de Fuerte Tiuna, el complejo de mayor jerarquía de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana donde residen los más importantes entes del poder militar del país. De la voz del oficial, que no parece llegar a los 25 años, se logran captar frases sueltas algo aterradoras, como “partirte los brazos”. Casi no hace falta escuchar. La imagen lo ha dicho todo: un conductor es víctima de la “matraca” de un miembro de la FANB. La víctima tuvo que desembolsar 20 dólares para poder seguir su camino.
Suerte que esta víctima lo puede contar. En esa misma puerta a las 7:40 de la noche del lunes 24 de febrero del 2020, Ayendry Dianelys Moreno López recibió tres disparos que acabaron con su vida. Los funcionarios alegaron que no había acatado la voz de alto de un oficial. La versión resultó difícil de creer puesto que Ayendry era detective de Investigación contra el Hurto del CICPC y además residía allí, en las residencias de Misión Vivienda, así que el procedimiento para ingresar le era harto conocido. Además, ¿tres tiros para que alguien pise el freno? Como es costumbre, el asesinato contó con la opacidad oficialista para ser silenciado.
Los 37 segundos de ese video del pasado domingo 21 de agosto son el índice del dossier que resume la destrucción de las instituciones venezolanas, entre ellas la FANB, la cual progresivamente se ha ido desfigurando en un monstruo que desechó tanto la Constitución como su obligación de defender el territorio, garantizar la soberanía y resguardar la seguridad de la nación.
Ese asalto consumado en la puerta principal del complejo militar de mayor jerarquía en Venezuela dibuja lo que ocurre en el resto del país. Todos los días en nuestro territorio ciudadanos indefensos están a merced de efectivos armados que impúdicamente someten a quienes transitan por cualquier vía en transporte público o privado. Ese poder de someter al pueblo, el permiso para arrebatarle dinero, comida y hasta la virginidad a niñas, ha sido concedido por Nicolás Maduro para lograr mantenerse en el poder. Negarlo es puro teatro.
La extorsión de la FANB se ha expandido hacia múltiples terrenos y se manifiesta de diferentes formas. Es amplio el universo porque Maduro ha minado la administración pública con la presencia indiscriminada de efectivos militares que, sobra decir, tienen gran cuota de responsabilidad en la destrucción del país. Son ineficientes y también inmorales.
Sostenido en su poder de fuego Maduro ha entregado a la FANB negocios y le ha otorgado importantes atribuciones. A cambio, sus miembros han traicionado la soberanía aliándose con grupos subversivos extranjeros, con miembros del crimen organizado. La FANB es parte fundamental de la claque que obedece órdenes de Cuba. Reprime, tortura, asesina. Sus miembros son corruptos en todas sus jerarquías. Desde el joven “matraquero” hasta el ministro de la Defensa cuyas cuentas bancarias tienen muchos más ceros que los 20 dólares del oficial del video.
Son miembros de la FANB los principales torturadores a quienes no les ha temblado el pulso para llevar a la muerte a personas inocentes y en especial a sus propios compañeros. Son militares los que vienen cometiendo ecocidio y los que masacran a nuestros hermanos indígenas.
Son salitre, peste uniformada.
También persiguen, amedrentan, agreden a gente humilde que pacíficamente vocea sus derechos, expresa su angustia, llora de desesperación para dar de comer a sus hijos.
Y les gusta mucho el dinero. Son dueños de fortunas. Han sido habilitados para hacer negocios sobre cualquier plataforma fuera de la legalidad. Descaradamente constituyen empresas que registran con el Estado. No hay área restringida para ellos; negocian con armas y droga, con oro y otros minerales, con comida, juguetes, medicinas, turismo, cualquier cosa. Han convertido el país en chatarra para comercializarla.
La empresa petrolera ha sido triturada y ahora claman por americanos y otros para que la salven. Igual controlan la distribución de combustible. El servicio de electricidad solo les importa para las granjas de criptomonedas (porque ellos tienen aseguradas sus plantas propias).
“¿Tú me entiendes?”, preguntó el policía militar en el video de 37 segundos, antes de tomar con presteza el billete de 20 dólares cuya apropiación trató de disimular bajo un papel que le entregó al conductor. Allí en la alcabala 3, la entrada principal de Fuerte Tiuna. El refugio del imperio militar venezolano.