Faltando 24 horas para que Nicolás Maduro visitara Valencia, a Rafael Lacava le urgía bajar el volumen al rumor de su candidatura presidencial. Por eso decidió aparecerse de sorpresa en un programa de radio donde aseguró que mientras Maduro fuese candidato él no aspiraría a estar en su lugar, y aunque poca gente le creyó, cumplió con el efecto deseado: mostrar lealtad a Nicolás y lanzar su opción al ruedo.
Lacava ha dejado filtrar encuestas que lo ubican más de 10 puntos por encima de Nicolás. De hecho, en las cuentas en distintas plataformas, sus seguidores (y/o su maquinaria), han venido celebrando su posible candidatura, llegando incluso a retar a Maduro a que se mida con él.
Así, las aguas se siguen revolviendo en el Psuv una vez que Maduro ha arrancado, aunque sin admitirlo, su campaña para seguir al frente del Poder Ejecutivo.
El gobernador de Carabobo no escatimó en lisonjas a Maduro, pero su presencia no movió a una audiencia acostumbrada al show del mandatario regional. La estrategia de Lacava, autobautizado como Drácula, copiando la figura del murciélago del escudo de la ciudad de Valencia, España, consistió en empalagar al visitante machacando la figura de súper bigote. Fracaso anunciado porque con ese peso, no existe un ser que pueda volar.
El show planteado pudo haber convencido a cierta audiencia, pero fue Maduro quien no lo creyó. Sus sospechas en torno a Lacava tienen antecedentes en reuniones que el gobernador de Carabobo habría convocado dentro y fuera del país con civiles y militares. Fuentes de contrainteligencia habrían advertido hace meses de una reunión en Puerto Cabello de Lacava junto al secretario de gobierno del estado, Jesús París Lara, y con el torturador y hombre fuerte de la DGCIM, Alexander Granko Arteaga. Pero realmente la reunión que a Maduro le encendió las alarmas habría involucrado a oficiales del Fuerte Paramacay. Después de ese evento Lacava logró calmar los ánimos.
Lacava sin embargo ha sido protegido por Maduro quien lo apoyó contundentemente en las pasadas elecciones regionales frente a la candidatura de José Vielma Mora con la que sus enemigos -arrogados como chavistas- mostraron las caras, entre ellos Diosdado Cabello y Francisco Ameliach.
Los analistas que evalúan la posible candidatura de Lacava destacan en él su esfuerzo por matizar un punto vulnerable: su frágil salud luego de quedar con un solo riñón a causa de un cáncer. Sin embargo, gusta de hacer gala de vitalidad en las redes sociales donde hace maromas y asoma su intimidad fabricada para complacer a las grandes audiencias sin detenerse en que su hiperquinesia estimula la especulación que lo acusa de consumir sustancias ilegales.
Lacava se siente fuerte en sus redes y se da el lujo de romper relaciones con medios aliados como Globovision, y no por la usual censura, sino porque le impidieron ingresar con un burro al estudio de grabación.
Con seguridad Lacava es el mandatario regional que más eventos masivos organiza en el territorio a su cargo. Festivales musicales, eventos deportivos de todos los tamaños ocupan la agenda de los carabobeños con su gobernador como protagonista.
El equipo de trabajo de Lacava es referido como un grupo de jóvenes cosmopolitas, pragmáticos, eficientes. Sin embargo, esa evaluación se ve disminuida con un juicio moral -y parcial- que censura su comportamiento acusando a algunos de sus miembros de revivir Sodoma y Gomorra.
Los antecedentes de Lacava como político conciliador se vieron alimentados por su mediación para que el estadounidense Joshua Holt fuese liberado en el 2018 después de dos años en prisión. Entonces Lacava se acercaba intermitentemente al Grupo Boston, un equipo amistoso entre parlamentarios de Venezuela y Estados Unidos financiado por la Organización de Estados Americanos que había nacido después de los eventos del 2002 y que sectores suaves opositores sueñan con revivir.
Lacava no ha escapado a señalamientos en su contra por corrupción. El diario El País publicó documentos de la Banca Privada d´Andorra -que él desmiente- que lo conectarían con fondos en Suiza y Andorra.
“El sistema de manejo de finanzas de Lacava estimula opiniones sobre la opacidad en su administración porque nunca queda claro cuánto paga la gobernación y cuánto el sector privado. En todo caso, se las arregla para mostrar gestión y, como hombre conocedor de la sociedad carabobeña, presiona a comerciantes y empresarios para su colaboración, entregándole contratos a cambio”, precisa una fuente.
Lo cierto es que el oficialismo, aún con sus diferencias, no se apoltrona. En cambio, para nuestra desesperación, la oposición parece congelada.