El vicepresidente Jorge Arreaza, solicitó juicio contra El Nuevo País, por una foto en primera; el Ministro del Interior y Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres dijo que el gobierno debe demandar a El Universal por publicar una fotografía que muestra una mancha de sangre tras un crimen; el director de El Mundo, Omar Lugo, fue despedido por un titular de primera página del viernes pasado. Todo esto ocurrió en menos de 48 horas.
Van acelerados los del gobierno en su ruta de dictadores.
Nicolás Maduro no pierde oportunidad al referirse a la conspiración de los medios de comunicación. ¡¿Cuáles?! Son tan pocos los medios que han podido resistir a las presiones, a las amenazas del gobierno, que sus acusaciones suenan a un cinismo refinado que sabemos que él no tiene.
Nadie duda que Maduro está cumpliendo el guión de sus jefes cubanos. En una ocasión, cuando se realizaba en Cuba la Cumbre Iberoamericana, era noviembre de 1999, me quedé unos minutos a solas con Hugo Chávez y Fidel Castro. El difunto (me refiero a Chávez) me presentó con el cubano: “es una periodista venezolana”, le dijo. Y sin más, Fidel le preguntó al tiempo que me señalaba con su dedo y su larga uña -sobre la que siempre pienso que seguro la utiliza para limpiarse el oído- “¿y cómo se porta?”.
Ese es el punto. Los periodistas, quienes amamos esta profesión, somos considerados enemigos de este régimen, porque nos comportamos de acuerdo a nuestro compromiso con la verdad. La defensa de la libertad es inadmisible para ellos. Por todas la vías posibles han bombardeado a los medios de comunicación y sus trabajadores. La coerción ha sido aplicada masiva y profundamente. A los propietarios, si no los convencen de vender, los asfixian económicamente hasta quebrarlos. A los periodistas, juicios, amenazas, sobornos, todo vale para los amorales de este régimen.
Y aún así aquí estamos. Pareciera que no queda mucho para que la emprendan contra internet. Ya han anunciado el cierre de páginas web y hasta una carta a twitter enviaron para solicitar que les sea retirada la cuenta a quienes informen sobre el dólar paralelo.
En la Cadena Capriles, Desireé Santos Amaral registra el trabajo de los periodistas. Cuentan que escritorio tras escritorio. Es posible que no tenga la capacidad de entender lo que ellos escriben, pero igual cuenta.
Momento difícil para el periodismo en nuestro país. Entre la censura y la autocensura el gobierno arrasa, literalmente.