La marea socialista ha pasado a ser de una anécdota a una amenaza dentro el Psuv. A Maduro, muchos de sus militantes han comenzado a odiarlo, tanto o más que a un dirigente de la oposición. El asunto es tan esperado como sencillo, aun cuando sus consecuencias son fatales para el país.
Aceleradamente Venezuela se vuelve una ruina. Nada anda bien; los problemas se multiplican y los gobernantes de turno degüellan la democracia. Los crímenes mutan en monstruosidades terroríficas mientras las protestas son tema de ficción porque nadie las registra.
Nunca pensamos que hablar de Venezuela generara tanto dolor. Que la destrucción de una nación no sólo ocurriera en las películas. Y es que estos personajes que detentan el poder todo lo hacen mal. Corrijo: lo único que hacen bien, son los negocios para su provecho. También son eficientes para mentir. Aplastan con falsedades. Para ello se han blindado con la compra de los medios de comunicación constituyendo el equipo de propaganda más costoso del mundo, el cual no sólo ocultará la realidad –como lo es la oposición roja- sino que procurará instalar en las mentes vulnerables la versión elaborada por el castrismo.
Con todo y ese poder, Maduro no se ha atrevido a ejecutar el paquetazo. Da vueltas en un mismo punto y anuncia medidas antipáticas –como las captahuellas- sin avanzar en el plan económico ofrecido.
Entre tanto, las protestas crecen. La represión se presiente. Será difícil para Maduro controlar a todo un país. Tal vez sea su propia marea quien se lo lleve, para sustituirlo por otro.
