13 Mar
¡A parir, que mi reino se va a acabar!
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“Las mujeres están hechas para parir”, dijo sintiéndose poseedor de una frase inteligente Nicolás Maduro bajo el desprecio con el que suele referirse a temas que exigen una mínima sensibilidad y respeto por el ser humano. Su aseveración incitó a las mujeres a tener como mínimo seis hijos. “A parir, pues a parir”, repitió como si estuviese arreando ganado, animando a cantar una canción.

Investigadores del tema informan que en Venezuela la mortandad en los partos ha registrado un aumento de 66 por ciento en los últimos años. Las causas están relacionadas con hemorragias y trastornos de hipertensión. La profundización de la crisis humanitaria asoma proyecciones peores en medio de estadísticas oficiales que son manipuladas.

“Para que crezca la patria”, fue el argumento de Maduro asomando la razón por la que cree que cada mujer debe tener hijos sin parar.

Uno de cada tres venezolanos está en riesgo alimentario y 7.9% en riesgo severo lo que equivale a 2.3 millones, informó las Naciones Unidas.

Muchos hijos para que vivan “en el reino de la ternura, la igualdad, la felicidad”, enumeró con cinismo Maduro en la descripción de un país que él mismo se ha encargado de convertir en un infierno.

La experta en seguridad alimentaria y representante de Cáritas Venezuela, Susana Raffalli, advierte regularmente sobre la sentencia a penurias que viven los infantes venezolanos. Raffalli ha sido crítica de las malas políticas de Estado que llevan a una realidad aterradora. Una de ellas: hay 700 mil niños desnutridos en Venezuela. Y las cifras pueden ser aún peores. El contexto del riesgo se convierte en peligro cuando se conoce que en las cajas Clap manejadas como instrumento político del régimen se incluye leche adulterada que puede causar hasta la muerte.

“Después del primer parto ya queda todo listo. Yo me lo sé”, explicó Maduro alentando a una mujer embarazada que va para su sexto hijo. ¿Sería mucho pedir que Maduro no confundiera su inflada barriga con la hermosa que aloja una nueva vida?

No se puede hablar de salud infantil en Venezuela. La verdad revienta las mentiras del régimen. La indefensión de los niños queda retratada en la inminente muerte del Hospital JM de los Ríos en Caracas que algunos han llegado a describir como el campo de concentración de niños enfermos, donde hay que destacar el sacrificio del personal médico y enfermeras que batallan sin recursos en ese centro asistencial y sobre el que hace dos años la Corte Internacional de Derechos Humanos dictó medidas cautelares. El hospital es un registro de imágenes que deshilachan el alma en medio de la agonía de la inocencia junto a padres desesperados que deben resistir sobre el sufrimiento de sus hijos. No hay servicio de agua, ni electricidad, ni equipos, ni reactivos, ni mobiliario, ni ambulancia y ahora ni gente porque la deserción del personal es incontenible. La capacidad del hospital va desapareciendo día a día. De 400 pacientes que recibían, solo pueden atender 90. Ya no existe la terapia intensiva lo que es interpretado como el comienzo del cierre definitivo. Muere así un centro de atención fundamental para la infancia venezolana. Queda clausurada la esperanza para miles de familias. De siete adjuntos ya solo quedan tres. Dos alas están cerradas, una de ellas demolida: De ser un hospital ejemplar para la región pasó a convertirse en guarida de refugio para colectivos paramilitares que han tomado la sede para espanto de quienes resisten allí.

Pero Maduro quiere que la pobreza se reproduzca. Que los niños vengan a sufrir y que la adolescencia de futuras mujeres se vea truncada porque hay que parir.

Venezuela ocupa el segundo puesto en la región con mayor tasa de fecundidad entre adolecentes en el mundo. Estudios en cuatro maternidades públicas revelaron que 27 por ciento de los partos fueron de adolescentes, en un marco de desnutrición y en el que abandonan sus estudios.

En esta crisis los planes de orientación no existen. Ni siquiera hay disponibilidad para medidas preventivas porque los métodos de anticoncepción además de escasos resultan costosos.

El sufrimiento es parte del esquema de dominación de la dictadura. Basta con conocer la prohibición de recibir donaciones que tienen los centros asistenciales. ¿Qué hacen con los aportes de ayuda humanitaria que envían otros países? Sobre un caso reciente informó el colega Javier Ignacio Mayorca esta semana al reportar el dispositivo especial ordenado por la Fuerza Armada para el embarque de 16 contenedores con medicinas que fueron donados a Cuba por el régimen venezolano. Así es como la dictadura gobierna…