Nos hemos equivocado al considerar que la destrucción del país en los últimos 20 años -acelerada de manera dramática en los recientes ocho- es solo consecuencia de la ineficiencia de los jerarcas del régimen que ante su abundante ignorancia y su gigantesca avaricia resultan lo mismo que un elefante en una cristalería. Hay más que eso. Si bien incultura y codicia son posesiones inocultables del chavismo, la aplicación de esas miserias calza a la medida de los objetivos de las cabezas criminales que han tomado el control de Venezuela, más si se le agrega una característica estruendosa: la impiedad.
El continuo maltrato a los ciudadanos, la descarada impunidad para el círculo de poder ante la comisión de los más graves delitos, el gatillo activado sobre la sien del ser más amado, procuran fracturar la psiquis de la gente, mantener el control social y enfrentar a los ciudadanos que terminarán desconfiando uno del otro y en especial de su liderazgo político.
Sobran ejemplos de atropellos en los que el régimen restriega al pueblo su impunidad. La burla es tan grande que los pillos son premiados y lo que es peor, son colocados en posiciones simbólicas que exigen probidad. Es así como Jorge Rodríguez presidente de la Asamblea Nacional oficialista acusa a Juan Guaidó y a Leopoldo López (su obsesión) de corruptos. Trata con su discurso de echar polvo a los ojos de quienes sufren el asalto de las ya exiguas arcas del Estado.
Es muy fácil encontrar un caso que demuestre el desvío de fondos para el enriquecimiento de jerarcas del régimen. Esta semana el diario El Mundo de España publicó parte del escrito en el que el fiscal de Florida amplía los cargos contra Claudia Díaz exenfermera y extesorera de Hugo Chávez y su esposo Adrián Velásquez, ambos señalados de lavar “sumas astronómicas”. Destacan en la acusación del Departamento de Justicia los señalamientos contra el empresario Raúl Gorrín, propietario del canal Globovisión quien goza del ignominioso precedente de formar parte de la banda de los enanos, grupo que en tribunales monopolizaba diferentes delitos. Recordemos que los imputados Díaz y Velásquez habían sido señalados “por cobro y blanqueo de más de 4 millones de dólares en sobornos”. El nuevo escrito -según precisa el diario El Mundo- no sólo ratifica esta acusación, sino que le otorga una dimensión infinitamente mayor. “Gorrín pagó cientos de millones de dólares en sobornos para asegurarse el derecho a participar en más de mil millones de dólares en transacciones de cambio de moneda que le proporcionaron ganancias de cientos de millones de dólares” -repito, CIENTOS DE MILLONES DE DÓLARES-. La noticia trasciende la misma semana que el diario El Nacional ha sido asaltado por tropas militares que ejecutan un embargo ordenado por un tribunal que decidió una demanda a favor de Diosdado Cabello.
Los jerarcas del régimen han pasado a ser los dueños de medios. Silenciar, desinformar y manipular es parte de una estrategia.
Otro ejemplo de maltrato: El 7 de marzo pasado Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores circularon imágenes recibiendo la primera dosis de la vacuna Sputnik V. Otros miembros de la élite de la dictadura continuaron el ejemplo festivo que contrastó con las noticias del aumento de casos de contagio y el reclamo -censurado en muchos casos- de médicos y demás trabajadores de la salud que no fueron considerados para ser inmunizados en medio de la desastrosa situación asistencial. ¿Es casual restregarle al pueblo “yosímevacunoytúno”? No lo es. Las cifras de fallecimientos han seguido aumentando sin que el plan de vacunación haya comenzado en el país. Cifra reciente de la Organización Panamericana de la Salud registra que la tasa de vacunados en Venezuela es de 0,8 dosis por cada 100 personas. Y con seguridad ese ínfimo porcentaje lo constituye la cúpula del poder y quienes tienen dinero para insertarse en la cadena de sobornos y pagar en el mercado negro para obtener la vacuna. A esa tropelía hay que agregar el control que obliga a presentar el carnet de la patria para poder ser inmunizado.
Tercer caso: La deliberada destrucción de la Fuerza Armada y la entrega de la soberanía a la narcoguerrilla. Venezuela está al servicio de mafias organizadas terroristas que asesinan a miembros de la institución militar, que anuncian tener prisioneros de guerra y que se enfrentan disputándose el control del tráfico de droga. Tal disputa logró en nuestro territorio lo que no pudo el Ejército colombiano: liquidar a Jesús Santrich. Los narcos se pelean Venezuela.
Pero a Vladimir Padrino López le preocupa más el traje que va a lucir en el show que preparan para el próximo 24 de junio.