01 Apr
El cándido corazón rojito de Bachelet
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Michelle Bachelet en su reciente actualización del informe sobre Venezuela ha repetido la narrativa del régimen. Entre su exposición y lo que declara un vocero oficial no hay mucha diferencia. La responsable de velar los derechos humanos en el mundo ha mostrado su interés político y para ello ha maltratado los principios establecidos para la investigación por la misma Naciones Unidas. Se trata de la guía que establece el organismo internacional para determinar condiciones imprescindibles que permiten valorar si en un país hay o no violación de los DDHH. El informe de Bachelet se inclina por la opinión, sin marco metodológico ni respaldo, en ausencia de rigor científico, sin protocolo de investigación. En materia de derechos humanos eso es imperdonable.

El informe emitido esta semana por Michelle Bachelet es deleznable. El efecto es muy grave porque va dirigido a fortalecer la dictadura y dar legitimidad a un sistema ausente de justicia.

Ahora se explican algunos movimientos que debían encender las alarmas respecto a oscuras intenciones para acallar la verdad de lo que en materia de derechos humanos ocurre en Venezuela. ¿Por qué Michelle Bachelet sacó a todo el equipo que venía adelantando el trabajo de lo que sucedía en nuestro país? Peor aún, quienes venían documentando el tema fueron enviados lejos de nuestras fronteras con el argumento de que tenían un lenguaje beligerante y fueron sustituidos por gente que no oculta su simpatía hacia el régimen. De esta manera los informes desde el despacho de la Alta Comisionada dejaron de tener sustento sobre la realidad de lo que ocurre en nuestro país para convertirse en textos que evidencian el claro objetivo de evitar aportes sólidos que colaboren para documentar ante la Corte Penal Internacional evidencia que apoye con rigor una acusación en el caso Venezuela.

Por el contrario, lo que hoy vemos desde el despacho de Bachelet es la construcción de un discurso que brinda argumentos para legitimar el sistema de justicia de la dictadura en una escenografía elaborada para normalizar sus actividades ilegales.

Bachelet le toma el testigo al régimen al observar como un gesto prometedor -con insólita candidez- la reforma del sistema de justicia, copiando el relato de la dictadura con el que pretende engañar a la Corte Penal Internacional ejecutando una teatral reforma del Tribunal Supremo de Justicia mediante la cual reduce el número de magistrados y asegura aún más el control.

Lo más triste del caso, es que algunos sectores de la oposición se han sumado a esa comparsa.

En su informe, Bachelet se las arregla para evadir el término presos políticos. En cambio, sus afirmaciones se sustentan en fuentes de la dictadura. ¿Cómo decir que hay avances en casos emblemáticos como el del capitán Rafael Acosta Arévalo o el del concejal Fernando Albán, si sabemos que los responsables desde la cadena de mando, los verdaderos autores de estos hechos no han sido investigados? La afirmación de Bachelet termina encubriendo a los principales criminales. Eso es gravísimo.

Ninguna afirmación de Bachelet es casual. Al acotar que “el nuevo Poder Judicial revisará las violaciones de DDHH del pasado”, está descartando las violaciones del presente, asumiendo entonces que el Estado habría entrado en una nueva etapa. Un periodo puro y bondadoso. Insólito. Compra de nuevo el discurso del oficialismo, llegando a expresar en la parte final del informe, su complacencia.

Es imperdonable que, en materia del derecho a las víctimas, a la verdad, a la justicia, a la reparación, no hay ninguna mención de parte de Bachelet. Un informe de derechos humanos donde no se mencione a las víctimas es vergonzoso e inválido.

Asoma Bachelet alguna preocupación por la libertad de información, pero ¿por qué no se refirió al diario El Nacional?

Por contraste, tenemos el trabajo de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre Venezuela. Recordemos que es una fuerza de observación establecida en 2019 y cuyo trabajo cesa en menos de seis meses dejando como única vocera en materia de DDHH a Bachelet, cuyos informes ya han mostrado su corazón rojo rojito.

El documento anunciado para septiembre por la Misión de Determinación de los Hechos que encabeza Marta Valiñas, es fundamental porque a diferencia de lo presentado por Bachelet, apunta a la cadena de mando con información factible de corroborar, con metodología científica y apoyada en sólidos testimonios. Pero, lamentablemente, será el último informe.