Mantener oculto al exministro de Petróleo Tareck El Aissami, no disminuye su peligro para el régimen. ¿Cuánto ignoraba Nicolás Maduro de las operaciones que ejecutaba el hombre de su máxima confianza? En este brete se encontró Maduro cuando los americanos lo increparon y demostraron el ingreso de armas a territorio venezolano desde el Medio Oriente. Ese fue el elemento activador de la salida de Tareck. No fue la corrupción, versión usada como coartada para el relato. Lo que acorraló a Maduro, y lo desencajó, fueron las evidencias de desembarco de armamento, precisaron fuentes confiables.
Como el máximo secreto se ha manejado el destino de El Aissami. No se exagera al afirmar que lo que él conoce puede hacer tambalear al régimen, así que el asunto se maneja con altísima prudencia, más aún, luego del descubrimiento de la dimensión del imperio delictivo con sabor político que había montado en la nariz de Nicolás.
Tareck, además de dominar la industria petrolera sobre la que controlaba su producción y su comercialización, había trasladado armas en buques que iban a ser cargados de combustible en el país. El entramado lo completaban las navieras traficando oro y tierras raras. Los muelles de las empresas básicas, El Aissami los usaba como su despacho de trabajo.
Y todas esas operaciones eran llevadas a cabo en combinación con miembros de la Fuerza Armada venezolana, área que Maduro hasta ahora ha tratado con especial delicadeza ante el malestar que no logra reducir entre los militares y que le impide agitar más las aguas con una movida de mata en la jerarquía que ha sido decisiva para mantenerlo en el poder. Sin duda, sí hay militares de distinta jerarquía investigados, y ha habido cambios en cargos de oficiales, pero todos bajo el manto del silencio. En la FANB, no es momento para Maduro tomar grandes decisiones. Las sospechas sobre el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, y el jefe de Dirección de Inteligencia Militar, Iván Hernández Dala, han sido diferidas.
Maduro está en el aprieto de entregar a Tareck a su enemigo Estados Unidos, o dejarlo ir a un lugar seguro. En Venezuela sería complicado retenerlo sin poner su cabeza ante la “justicia” cuando hasta el corazón del chavismo ha sido testigo del millonario asalto, ratificado por el discurso oficialista, de la grotesca corrupción.
Las imágenes de mansiones, carros de lujo, gigantescos edificios, mujeres de funcionarios, de testaferros y de operadores financieros restregando privilegios y riquezas en las redes sociales, la larga lista de negocios ilícitos, le explican a cualquier venezolano la razón de su pobreza.
Maduro en este trance de debilidad se ha visto en la necesidad de repartir -para su pesar, entre amigos y enemigos- el imperio de Tareck. Los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, y Diosdado Cabello, han resultado beneficiados.
A esta situación se le ha unido un tema que para Maduro es un constante dolor de cabeza: la investigación en la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. El Fiscal Karim Khan al rebatir los argumentos del régimen ante la CPI para intentar que las investigaciones de la Fiscalía sean desestimadas, fue contundente: “Los crímenes de lesa humanidad que se han cometido en Venezuela son graves y exigen investigación y enjuiciamiento”. Destaca Khan en su respuesta, el ataque sistemático contra la población civil, “como mínimo, alentada o aprobada por el Gobierno de Venezuela y llevada a cabo principalmente por miembros de fuerzas de seguridad del Estado”.
Gran momento éste, en que se va desvelando el rostro del régimen, putrefacto, cargado de miserias. No son las sanciones las que han generado el hambre en los venezolanos. Es el monstruoso asalto a todo recurso. Es el país bajo el control de una megabanda. Es el festín del delito al que han sido convidados los peores hampones y chulos, locales e importados como Alex Saab. En Venezuela la oficialidad militar recibe órdenes del Tren de Aragua y del ELN, por ejemplo. El negocio del petróleo ha sido controlado con socios del Medio Oriente.
Para el régimen las leyes solo existen para torcerlas en beneficio de sus intereses. No es difícil predecir que en poco tiempo montarán un show para tratar de bajar el volumen al escándalo de Tareck El Aissami. Que la Ley de Extinción de Dominio, aprobada bajo el anuncio de recuperar bienes derivados de actividades ilícitas, realmente la utilizarán contra opositores a quienes les arrebatarán propiedades que tengan todavía en pie. Probablemente también agitarán deseos de venganza con posible prisión para algunos, incluido Juan Guaidó.
Todo para calmar la angustia de Maduro y para amortiguar la tormenta que está viviendo.