Una reacción peculiar se ha desatado en cierto sector de opositores venezolanos a partir del anuncio del Consejo Nacional Electoral sobre la elección presidencial fijada para el 28 de julio con el inminente plazo de postulación entre el 21 y el 25 de marzo. El anuncio, prolífico en irregularidades, desató demonios apenas Elvis Amoroso, títere de Cilia Flores, terminó de balbucear la atropellada decisión con la que entre otras cosas el régimen aspira estimular la división en la oposición.
Esperemos que eso no ocurra, pero siempre hay agoreros que -incluso de buena fe- lloran antes del pellizco, también están los que se asumen expertos y exigen a María Corina que abandone, que tire la toalla, o bien porque honestamente están convencidos, o porque son zamuros aspirando sustituirla, como una Miss que declina en favor de la primera finalista. El retiro algunos lo exigen con pasmosa tranquilidad, como si fuera sencillo despachar la voluntad de más de dos millones de venezolanos que la eligieron su candidata para que diera la pelea frente al dictador. Y vaya si se ha fajado con valentía y con honor. Así que lo justo, lo procedente, lo amable, debe ser fundamentalmente contar con la decisión de la candidata.
Y la estrategia no tiene por qué ser revelada, todavía.
A veces siento que todos estos años de sufrimiento han minado nuestra fortaleza y han vulnerado la generosidad de creer en los demás. Un país de brazos abiertos ha sido deformado por el chavismo en un pueblo desconfiado que espera ser traicionado frente a lo cual tiene preparada de antemano una puñalada como respuesta. Está también el desaliento, la desesperanza, el agotamiento.
Sin embargo, las imágenes de un país que sale a la calle sin miedo impulsan a María Corina. Se trata de un pueblo que quiere derrotar a Maduro en un proceso electoral. Así que los zamuros apurados por quedar ungidos deberían entrar en receso y colaborar en mantener la unidad, en presionar dentro y fuera del territorio por mejores condiciones y en enfrentar los obstáculos colocados por la dictadura.
Porque quien no quiere medirse es Nicolás Maduro.
María Corina Machado ha agitado el corazón de los habitantes de pequeñas y grandes poblaciones. Y en la misma dimensión ha generado pánico e ira en Nicolás Maduro y su corte de adláteres.
Coincidió el anuncio del CNE con la visita de María Corina al estado Barinas, la tierra de Hugo Chávez. Es decir, mientras el régimen se aferra desesperado a la simbología de fijar la fecha de la elección presidencial el día del nacimiento de un muerto, la candidata de la unidad opositora arrastró pasión de masas en el estado donde Chávez nació. Maduro no se atreve a visitar el lugar. En realidad, ni siquiera puede salir a la avenida Urdaneta en Caracas. Sus seguidores son ficción, un montaje en el que grupos pequeños de asalariados lo rodean, al tiempo que él, un histriónico personaje disfrazado, saluda el vacío en la lejanía simulando ver a alguien en la distancia.
Maduro también está destruyendo al chavismo. Más de 80 por ciento del país lo rechaza, cifra que debe ser superior, considerando que el miedo hace lo suyo, porque mandar como un tirano sin importar las formas, inhiben cualquier expresión. Por eso también resulta tan valioso lo que ha logrado María Corina.
Ahora enfrentamos nuevamente una situación compleja que a nadie sorprende. Sabemos que Maduro no se plantea entregar el poder ni a María Corina Machado, ni a otro candidato opositor, mucho menos le pasa por la cabeza ceder el paso a alguien del chavismo. En ese sentido Diosdado Cabello y los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez seguirán lambisconeando.
¿Qué hacer frente a esta dictadura? Venezuela ha demostrado resistencia y decisión. Un país valiente que Maduro no ha podido doblegar a pesar de haberlo sometido con hambre y censura y al que ha fracturado matando y torturando inocentes.
¿Cómo enfrentarlo? Sin ninguna duda se hace imprescindible la organización del país opositor. Y eso lo logra alguien que haya consolidado liderazgo. María Corina lo tiene, se lo ha ganado. Sería entonces conveniente confiar en la triunfadora de un proceso de primaria, a quien ilegal e injustamente se le pretende impedir participar en la elección presidencial. Y como el espejo tiene dos caras, María Corina crecerá en su liderazgo si hace todo lo que sea necesario para que el pueblo venezolano expulse a Maduro con votos.
Serenidad y firmeza para enfrentar lo que viene, como solicitó María Corina.