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01 Nov
Se va a caer
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Internet y el registro de bibliotecas acumula centenares de versiones respecto al origen de la canción londinense, un clásico de la música infantil: El puente de Londres se va a caer.

La versión más repetida refiere que la pieza fue escrita durante la construcción del puente de Londres y relata las dificultades que tuvieron los obreros para construirlo;  otra, hace alusión a un gran incendio en la capital inglesa; algunos dicen que la canción fue compuesta en 1010 y que se escribió cuando los vikingos derrumbaron un puente. Una versión tenebrosa cuenta que en el puente se realizaban sacrificios y que es probable que bajo él, estén enterrados los cuerpos.

Lo cierto que el anuncio de “se va a caer” ha dado para todo.

En Venezuela, bajo la rutina diaria está el comentario “ese no llega a las hallacas”; o la pregunta “¿usted cree que llegue a abril?”; o la apuesta: “de los carnavales no pasa”. Nadie tiene que mencionar de quién se trata, colocarle cargo o precisar su apellido. Todo el mundo sabe de quién está hablando.

Ha terminado siendo una manera de burlar la censura, en especial en las instituciones del Estado. El otro día me tocó la necesidad de acudir a un registro y me divirtió la manera como quienes esperaban, compartían con los funcionarios opiniones políticas inteligentes y absolutamente opositoras. El tema del desabastecimiento, por ejemplo, es imposible de minimizar digan lo que digan y paguen la campaña que paguen.  Los ciudadanos de este país estamos clarísimos de que los corruptos e ineficientes se han encargado de saquear las riquezas y destruir el sector productivo.

La gente está como ansiosa de cobrar esa factura.                                         

Aún no he visto encuestas –y tampoco es que mato por hacerlo- pero supongo que los números deben ser terribles para Nicolás Maduro.  El pesar –y el peso- se le nota en la cara. Tiene mirada de acorralado. Y bueno, eso de tener que cuidarse las espaldas hasta de sus seres más cercanos debe ser muy desagradable.

En todo caso, su preocupación la encauzó por la vía de las amenazas –prisión para líderes opositores- y acusaciones repetidas que aburren.

A Maduro nadie le cree. Tampoco se ríen de sus chistes. La gente prefiere cantar: “el puente se va a caer; y repetir: se va caer, se va a caer, sin remedio”.