Ibéyise Pacheco
La gente sabe lo que pasó
A la tiranía hay que subirle el costo de lo que está haciendo. Llegó el momento de unir fuerzas y afinar estrategias porque tenemos que continuar. Lo hacemos bajo la certeza por todos conocida de que ellos son minoría y de que Maduro perdió.
Nuestra mayoría no está en discusión. Contamos con un liderazgo sólido, unido, que con valentía está dando una batalla que probablemente sea de largo aliento. Así que a resistir. Es muy rudo, pero no hay otra. Además, el mundo entero sabe que ganamos.
Lo dijo María Corina en la calle al cumplirse un mes de las elecciones: “verlos a cada uno de ustedes tiene el mayor significado y mucha fuerza porque es un pueblo indomable que sabe que nos tenemos que cuidar para poder terminar nuestra tarea y llegar hasta el final”.
Desatado el malandraje de la tiranía
El malandraje de la tiranía reina a plenitud bajo las órdenes de Nicolás Maduro. Los organismos de seguridad se dedican a cazar víctimas. Las tarifas varían según las circunstancias en lo que se ha configurado como el nuevo sistema con el que militares y policías obtienen ingresos adicionales.
Un terrorismo de Estado que procura aislar a los ciudadanos cortando los puentes de comunicación y que además encarcela a quien expresa de manera privada lo que piensa sobre los cobardes que no reconocen el voto de más de 7 millones de venezolanos.
Maduro ratifica las razones para ser despreciado.
Lo terrible es que la podredumbre no es exclusiva de los organismos de inteligencia o seguridad.
Resistir y persistir hasta el final
Maduro nunca ha sido un demócrata, por eso los cubanos lo escogieron como el sucesor de Chávez. Con él una negociación está casi descartada.
Entonces ¿por qué corrió el riesgo de medirse en elecciones? Porque confió en el poder de coacción del régimen sobre el pueblo con chantaje y amenazas, en la imposición del miedo, en los recursos inyectados para operativos que arrastrarían bajo presión a votantes, y en la trampa final, en esos ajustes con los que el Consejo Nacional Electoral podía inyectarle entre 500 mil y 700 mil votos si la cosa estaba muy ajustada. ¿En qué basaba su optimista expectativa? Básicamente en la información suministrada por dos personajes que ahora son objeto de la ira de Nicolás en los últimos días: Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello.
El pueblo inerme necesita ayuda
Maduro perdió de manera escandalosa en un país que lo castigó y que optó por confiar en su dirigencia organizada y eficiente. Venezuela votó por el bien.
Su derrota se alojó en su mirada congelada y su represalia desde entonces ha sido colocar a Venezuela bajo estado de sitio. La élite militar y grupos violentos con permiso de matar han ido sumando víctimas. La persecución sistemática ha operado bajo las dificultades de los periodistas para informar porque la censura es feroz. Los pocos medios que sobreviven están bajo ataque. Y Maduro quiere más sumisión, aspira aislar a los venezolanos, bloquear las redes sociales y convertir el relato oficial en la única verdad.
El fraude del candidato perdedor
El asalto a un cargo que no obtuvo por los votos le ha exigido quitarse la careta ratificando las razones que lo han llevado a la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad, ahora con un elemento adicional: Hacerse con el poder ilegalmente, agravado con una cacería implacable de la legítima protesta. No dudó Maduro en ordenar reprimir con el consecuente registro de muertos y heridos atacando además a los sectores populares que durante mucho tiempo fueron chavistas.
Reprime también con las tenazas de la censura o con las prácticas de los nazis activando aplicaciones y otros canales que invitan a los ciudadanos a delatar a sus vecinos o demás conocidos que participen en acciones de calle.
Nicolás Maduro, descansa en paz
No deja de llamar la atención que Maduro tiene el descaro de culpar a la oposición de unos males solo atribuibles a 25 años de desgracia del chavismo. Y mientras Maduro promete mentiras que nadie cree, María Corina Machado y el próximo presidente Edmundo González Urrutia, ofrecen abrazo y sacrificio. Además, el discurso de ambos ha reafirmado la decisión de brindar alternativa a quienes alguna vez creyeron en el chavismo o a aquellos que bajo presión fueron obligados a militar en sus filas. La transición está servida.
Hay que decirlo: el liderazgo opositor se ha fortalecido en este proceso. Con María Corina Machado a la cabeza, los partidos políticos de la plataforma unitaria han contribuido decididamente a organizar la ruta a la retoma de la libertad
Recuperar la honorabilidad de la FANB
El 28 de julio se activa una oportunidad excepcional que debemos ejercer con responsabilidad hasta el final, es decir hasta garantizar que nuestra decisión sea respetada y, por lo tanto, acatada.
Son ellos los que tienen miedo. Algunos ya han arreglado su huida, han sacado fuera a su familia, y tienen varios disfraces dispuestos para el momento inevitable de utilizar las rutas que los saquen de la frontera venezolana.
La verdad es que la mayoría de la directiva del Psuv tiene su plan B, con el convencimiento de que Nicolás Maduro es un pésimo candidato, solo que ninguno se atrevió a enfrentarlo.
Nicolás Maduro es la ignominia. El país habrá de humillarlo votando en su contra.
Maduro en tiempo de descuento
Es insostenible para Maduro mantenerse en el poder. Con esto no quiero pecar de optimista y decir que la solución está fácil, pero no tengo dudas de que su caída es indetenible. Están saturados hasta los suyos.
Además, y muy importante, hay alternativa. El país la conoce, la ha abrazado, está feliz con ella y siente orgullo de lo que ha venido sucediendo desde la oposición.
Tenemos que reconocer el esfuerzo de nuestro liderazgo y tenemos que apoyarlo en la epopeya de ganar este 28 de julio. Para ello además de votar por Edmundo González Urrutia, como dice María Corina Machado, hay que cobrar. La lucha, hasta el final, ha de culminar con la sólida y estable recuperación de nuestra democracia.
El gallo Maduro convertido en pollito
María Corina ha convertido en posible el regreso de la democracia y ha alumbrado el sueño de la reunificación familiar con la vuelta a la patria de millones de venezolanos. De nada le sirvió a la dictadura su inhabilitación. Se equivocaron, la subestimaron. El régimen también falló al evaluar a la dirigencia opositora y apostar que se fracturaría, por lo que ha tenido que conformarse con los alacranes abiertamente tarifados y con inutilidad resultante.
También la dictadura desde el aislamiento de su poder subestimó a los ciudadanos al calcular que indefinidamente podía mantenerlos en la miseria con eventuales limosnas, doblegados bajo el yugo del miedo.
La fuerza del bien gana y el miedo pierde
Presumían de su poder y ahora quedaron al descubierto en un relato que no esperaban en el que mientras una monja le entrega un escapulario de la virgen del Carmen a María Corina Machado, Nicolás Maduro invita brujos a Miraflores; mientras María Corina consuela con amor al desesperado, Maduro convoca al odio, burlándose de manera cobarde de sus oponentes, agrediendo con especial saña al candidato presidencial Edmundo González Urrutia.
Maduro sintiéndose impune está huérfano de una coartada que logre desmentir cómo él y su entorno de Palacio han desmantelado al país en beneficio de sus mafias y bolsillos personales.